Castañar de Jerez

Sábado, 10 de Noviembre de 2018
Promotor: Luis Medina 
Comentado por Inma Rodríguez y Antonio

Comenzamos nuestra aventura a setenta kilómetros de Granada en la cara norte de Sierra Nevada donde se encuentra la localidad de Jérez del Marquesado. Un asentamiento de origen íbero dedicado la explotación de las riquezas mineras de la zona y situado en la cabecera de los ríos Alcázar, Bernal y del Arroyo de Jérez.

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(Ignacio, Antonio Escobedo, Silvia, José Luis Casero, Maribel, Manuela Bolivar, Pepe, Carmen Hoces, Rafi, M. Luz, Jose Antonio, Mercedes, Inma Rodriguez, Antonio Delgado, Maty, Luis, Mayte, Inma Andarina, Miguel Serrano, Aracele, Joaquin)

Descripción

Iniciamos la ruta en el casco urbano de la localidad y casi sin ser conscientes de ello nos adentramos en un paisaje bucólico. De forma instantánea despertaron nuestros sentidos, nos invadía el aroma y el paisaje que solo ofrece el otoño.

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Un perfume enmohecido y oxidado procedente de hojarasca, castaños, setas y tierra mojada, mezclado con el aire húmedo que acariciaba nuestro rostro, inspiraba a evocar recuerdos invadidos de nostalgia. Sin esperas y de forma inmediata, se abría ante nuestra mirada una increíble paleta de colores: ocres, amarillos, rojos, marrones, verde musgo y púrpuras, en combinación perfecta con el azul del cielo, adornado de caprichosas figuras de algodón, y una Sierra majestuosa. El rumor del discurrir de las aguas del río Alcázar, en ocasiones calmada y otras agitada, puso la nota musical a nuestra ruta.

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No fueron pocas las ocasiones en las que nuestros pies se mojaron con las aguas del río Alcázar a la par que nuestras manos eran acariciadas por nuestro particular Caronte, que nos ayudaba a pasar de una a otra orilla. En los continuos cruces del cauce tuvimos algunas pisadas que se bautizaron, otras que besaron e incluso alguna que levitó sobre las aguas.

Castaña de Jerez

En un caminar húmero sobre alfombras de erizos que nos ofrecían el fruto que en su seno albergaban, disfrutamos del delicioso sabor de la castaña, enriquecido por el placer de recolectarla. Observamos castaños centenarios que desafiando la autoridad de la propia naturaleza defendían su territorio con grandes ramas en forma de brazos, haciéndose hueco a su alrededor para realzar su inmensidad.

Castaña de Jerez

Dejando atrás la amable compañía del río y con Sierra Nevada observándonos proseguimos nuestra ruta y continuamos disfrutando de la belleza que emana de la unión de un grupo de personas en el que la complicidad, el compartir y el conversar se erigen como caracteres propios de nuestra Peña , “La Andarina”.

De nuevo en marcha, pudimos disfrutar del tacto de un par de calcetines secos y pasar junto a los prados donde pastaba el ganado. Allí descansaban unas vacas junto a sus crías tumbadas al cálido sol otoñal. Con un bufar a su antojo y libre albedrío nos avisaban que estaban alerta y no permitirían ni el más mínimo atisbo de acercamiento a su intimidad.

Castaña de Jerez

A las cinco, tras momentos de risas, buen aceite , pan que nos ofrecieron en “Los Cortijillos” y buenas tapas en “El Pichica” subíamos al autobús que nos llevaría al punto de partida.

A las seis y media de la tarde llegamos a nuestras casas y en las mochilas traíamos de vuelta un par de calcetines mojados, un puñado de castañas y un recuerdo inolvidable.

Gracias Luis

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Video Realizado por Nacho

 

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