Valle de Lecrín

22 de Diciembre de 2012

Comentado por Jose Miguel

Quedamos en el cubo a las 8:30h para dirigirnos al Valle de Lecrín, donde realizamos una ruta entre naranjos, al finalizar nos reunimos con el grupo de menos andarines para pasarlo bien en la tradicional comida de navidad.


(Raquel, Nacho, Ana, Carmen, Inma, Inma, Rafa, Diego, Elena, Nacho, Heny, Angel, Juan, Lidia, Jose Luís, Lola, Joaquín, Miguel, Luís, Celia, Mercedes, Paco, Mª Angeles, Jose Miguel, Elena, Silvia, Antonio, Chencho, Antonio, Reyes)

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Una treintena de andarines nos dimos cita en El Cubo para la excursión y posterior comida navideña. Otros renunciaron a la caminata y nos esperaron directamente en el restaurante. El día se presentaba espectacular: sol, buena temperatura, incluso más calurosa de lo habitual para esas fechas, y una zona, el Valle de Lecrín, desconocida para muchos, para mí el primero.

A menudo , cuando bajaba en coche por la carretera de la costa y miraba a la derecha, me preguntaba cómo sería ese valle del que tanto había oído hablar, una zona que se presumía con encanto, una especie de valle encantado que apetecía descubrir. Y al fin tuve esa oportunidad, aunque bien es cierto que disfrutamos de un primer contacto quienes fuimos a la excursión de La Giralda, unas semanas antes.

Dejamos los coches en la avenida principal, mejor dicho, en la avenida-carretera que pasa por Melegís e iniciamos la marcha entre fincas de naranjos en plena producción. El paisaje era muy distinto al de otras salidas. Mucho campo y poco monte. Incluso pudimos ver labores agrícolas a la antigua usanza; algunos nos detuvimos para ver a un labrador de la zona mientras araba con su yunta y su mulo, incluso los niños lo tocaron para comprobar que era algo real y no un documental de hace 50 años.

Poco a poco nos acercamos a nuestro destino, la Cruz del Cristo del Zapato, en Pinos del Valle, enclavada en lo alto del cerro de Chinchirina (o Chinchirilla, que también lo he visto escrito así), un monte que, a primera vista, parecía cercano. Justo en el inicio de la subida los niños y algunos adultos se quedaron abajo y la mayoría nos dirigimos monte arriba, en lo que parecía una subida de apenas unos minutos. Pero el camino empezó a serpentear, el bosque impedía ya vislumbrar la llegada y aquello empezó a parecerse, salvando las distancias, a la subida al Tourmalet en los Pirineos o a las míticas curvas de Alpe D’huez en los Alpes.

La subida se hizo más larga de la cuenta, pero al fin fuimos llegando a la cima. Unos cuantos ‘escaloncitos’ más (qué cosa más basta de escalera) y ya estábamos en la ermita del Cristo del Zapato, y la verdad es que mereció la pena. Las vistas sobre el Valle de Lecrín, la autovía, Dúrcal … son espectaculares desde allí.

Unos minutos de descanso y de recuperar energías con el bocadillo de rigor y comenzamos el descenso y el camino de regreso. El grupito con los niños ya había empezado la vuelta hacía rato y los demás emprendimos el camino, no sin alguna que otra duda sobre el camino a seguir, muy propio de la peña, que no le hace falta adentrarse en inhóspitas sierras de ruta indescifrable para perder el norte, nosotros también somos capaces de perdernos en cualquier camino agrícola y a 500 metros del pueblo.

Pero la confusión apenas nos demoró unos minutos y, más guiados por el estómago que por la brújula llegamos a Melegís y al restaurante convenido a tiempo de celebrar nuestra comida de Navidad. En el mesón Los Naranjos nos esperaban ya el resto de andarines que no hicieron la ruta, así como el grupo con los niños. La comida y el ambiente fue espectacular, la estrella del menú fue el codillo, pero ni el bacalao ni el solomillo desmerecieron, y tampoco el remojón granaíno, niel revuelto de morcilla. Todo bien regado con cerveza y vino. Se cantaron los villancicos de rigor, brindamos con cava por todos los presentes y nos despedimos hasta 2013 tras pasar un día formidable.

Muchos nos llevamos algún saco de naranjas de la zona que se vendían a la entrada del restaurante, una tentación tras haber estado buena parte de la excursión pasando entre naranjos. A 4 euros el saco era normal que estuvieran más fuertes que un dolor de barriga. Pero después de una jornada tan perfecta, algo tenía que salir mal….