Acequias del Poqueira

16 de Mayo de 2009

Comentado por Javier

Habíamos quedado a las 8 en el cubo. La ruta era bonita y el día también prometía. Pero las comuniones se hicieron notar y la asistencia fue escasa. Cuatro andarines y tres andarinas salíamos a las 08:15 con rumbo a Capileira. Llegamos, desayunamos y nos pusimos en marcha.

(Javier, Antonio, Loli, Elena, Miguel, Paco, Ana)


Tal como recordaba, el comienzo era bastante empinado. Inmediatamente quedó claro que las mujeres querían quedarse a parte para hablar de sus cosas. Y como caballeros que somos, nos adelantamos y las dejamos atrás para que pudieran explayarse, desengrasar sus lenguas y disfrutar del paisaje.


Nosotros también íbamos disfrutando del paisaje. Realmente merecía la pena. Pero lo disfrutábamos un poquito más rápido.

Y disfrutando, disfrutando, llegamos a la Central Eléctrica de Poqueira.


Hicimos una corta parada para realizar una pequeña sesión fotográfica antes de acometer el cuestarrón que nos llevaría al cruce de nuestro camino con el sendero que se desvía hacia el río Toril.

¡¡Y en este cuestarrón si que disfrutaron las andarinas!!


Antes de llegar al cruce hicimos un par de paradas para que dejaran de disfrutar. Iban congestionadas de tanto disfrute. ¡¡¡¡Falso!!!. Lo cierto es que los que íbamos congestionados éramos nosotros, y las paradas para esperarlas solo eran un pretexto para recuperar el resuello.


A partir de aquí, el camino se suavizaba.
Ahora si disfrutábamos de verdad.


Había tanta agua que la tierra no podía absolverla y las veredas por la que íbamos se convertían en algunos tramos en improvisadas acequias.


Antonio nos iba dando una autentica lección sobre los ríos de la zona: “Este es el río Toril. Allí se junta con el Naute y se forma el Nautoril. Un poco más arriba se les une el Veleta y juntos forman el Nautoleta. Que finalmente confluye con el Mulhacen para dar vida al Nautolethacen”.
¡Bravo Antonio!.


Pero el goce y las lecciones duraron poco. Un nuevo cuestarrón nos acechaba a la vuelta de un recodo. Un nuevo cuestarrón que nos llevaría al cortijo de Las Tomas.


Poquito a poco fuimos llegando. Primero los caballeros (para asegurarnos de que no había peligros en la zona que pudieran sobresaltar a las damas) y dos bocadillos y una manzana después, ellas. Comimos, descansamos un rato y continuamos nuestro camino.


La vuelta era más suave y la realizamos disfrutando casi al mismo ritmo. El agua chorreaba por todas partes y nos cortaba el paso cada pocos metros. Finalmente bajamos un pequeño cortafuegos que desembocaba en la pista que nos llevaría de regreso a Capileira.


Al final de este cortafuegos, mi rodilla (que hacía algún rato que había empezado a hablarme) se puso a chillar. Me pegué un chute de Ibuprofeno y una buena rociada de Reflex. ¡Y ese fue el pistoletazo de salida!. A partir de ahí a la cabeza del grupo le dio por trochar. Al principio intenté seguirles, pero tuve que desistir. Terminé la marcha por la pista. ¡Pero terminé!.


Llegamos a Capileira y….

¡¡apoteosis final!!.

Fuimos al restaurante del primo de Antonio y no voy a contaros cuantos copones de cerveza cayeron.

Ni como estaban las croquetas, los mejillones empanados y el solomillo trinchado que nos metimos entre pecho y espalda. Lo que si os voy a contar es que cuando nos levantamos para irnos, yo ni me acordaba de que tenía rodilla. ¡¡¡Sería por el Ibuprofeno!!




Comentado por Javier