Las Lagunas de Sierra Nevada

5 de Julio de 2009

Comentado por Carmen

Las seis y media. Mes de Julio en Granada. Apenas amaneciendo nos reunimos en el Cubo dispuestos para la marcha: Carlos, Agustín, Luis, Inma , yo… y Plácido, un chaval de catorce años, hijo de un amigo de Luis que entusiastamente se ha apuntado al grupo.

(Carlos, Agustín, Luis, Inma , Carmen, Plácido)

Aunque el plan inicial era subir por Cueva Secreta, temerosos del calor que va a hacer, decidimos salir desde la Hoya de la Mora. Ponemos rumbo a Pradollano.

Es una luminosa mañana de verano. El aire subiendo hacia la Sierra es agradablemente fresco y la luz se vuelve más y más clara a medida que vamos ascendiendo por la carretera.


Dejamos los coches en la Hoya de la Mora. Son la ocho en punto de la mañana cuando empezamos a andar: 2.500 m y viento ¡qué frio!. Nos abrigamos como podemos y empezamos la marcha en dirección al Veleta.


Las primeras rampas cuestan un poco, se nota la altura, pero vamos subiendo y pronto alcanzamos las posiciones del Veleta ( 2.950m.) Nos asomamos a los corrales para ver si podemos bajar para luego subir hacia Los Machos pero hay mucha nieve y el descenso parece peligroso; por eso decidimos rodear el Veleta hacia La Carihuela y atravesar por el Paso de Los Machos.


Estamos ya a 3.150m., sigue haciendo frío, pero, al rodear el Veleta, el viento se calma y empieza a subir la temperatura, ¡que deliciosa mañana!, la luz intensa y fría dibuja con precisión el contorno de las montañas; al fondo una franja verde- azulada, el Mediterraneo. Agua de deshielo por todas partes, ventisqueros, lagunas…, disfruto del sabor luminoso de esta tierra mágica y empiezo a sentir esta extraña fascinación que me producen las cumbres: una mezcla de serenidad y excitación que me calma y me estimula al mismo tiempo.



Dejamos el carril por los crestones de Río Seco e iniciamos la bajada hacia Laguna Larga (2.800m.).


Pronto vemos la laguna y su desagüe al fondo del barranco, parecen dos espejitos entre las pizarras oscuras. A medida que nos vamos acercando los espejos van creciendo y se convierten en un delicioso remanso de agua cristalina entre el verde del borreguil, Voy con Carlos a ver el lagunillo de desagüe y escuchamos en silencio el ruido del agua, ¡que impresionante sensación de paz!.

En la laguna descansamos un rato. Metemos los pies en el agua superfría, hacemos fotos, comemos algo y seguimos en dirección a la laguna de la Mosca (2.950m).






Cuesta arrancar,
¡se está tan bien allí!


El camino es una vereda estrecha a media ladera y tenemos que pasar con precaución por varios ventisqueros.


Se me hace corto y pronto estamos divisando la laguna de La Mosca, impresionante al pie del paredón del Mulhacen. La cumbre del rey de Sierra Nevada parece a un paso, aunque Carlos me explica que tenemos por encima de nosotros 500m. de desnivel. La pared se eleva majestuosa por encima de la laguna, la protege de los vientos y la adorna con su impresionante altivez.


La hierba está salpicada de genciana de un esplendoroso azul.


Hay muchas cabras pastando tranquilamente cerca del agua que no tienen miedo de nosotros y se acercan curiosas por si pillan algo de comida.


La temperatura es excelente, el aire delicioso, el entorno insuperable, la compañía encantadora. Pasamos un rato muy agradable hasta que decidimos recoger los bártulos y seguir, que nos espera la peor subida: el Collado del Ciervo (3.200m.).

La subida se hace larga y costosa. No podemos coger la vereda porque está tapada por la nieve y esto le añade dificultad. Mi amiga Inma, que a veces tiene vértigo, pasa un ratillo malo y se marea un poco, pero se recupera enseguida. A partir de aquí ya todo es bajada.


Descendemos hacia la laguna de la Caldera (3.050m.), en dirección al Veleta dejando atrás la vereda de ascenso al Mulhacen desde le refugio del Poqueira.


Pasamos por el refugio de la Caldera e Inma y yo bajamos hasta la laguna que está guapísima con una lengua de nieve que se adentra en el agua por uno de los laterales de modo que origina placas de hielo sumergido que la colorean de un intenso azul turquesa. Nos encanta y hacemos un montón de fotos pero pronto decidimos subir porque nuestros compañeros nos esperan impacientes por seguir la marcha.

A partir de ahí solo se trata de seguir el carril hasta llegar de nuevo a la Carihuela y luego bajar por la ladera del Veleta hasta la Hoya de la Mora.


Llegamos a coches sobre las siete de la tarde. Estoy cansada pero muy, muy satisfecha. He conseguido superar otro reto, lo he podido hacer sin especial dificultad y me lo he pasado genial, ¿qué mas se puede pedir?


Luego cervecita en plan relax en una terraza de Pinos Genil y cada uno a casita. Yo me vuelvo ya con la cabeza llena de recuerdos, de imágenes y hasta con un poquito de nostalgia.