A 3.000m en la vertiente Norte de Sierra Nevada

Crónica de una debutante en crampones

Domingo 15 de Febrero de 2009

Carlos y Diego habían quedado en salir el fin de semana para aprovechar el buen tiempo y disfrutar de un día en la nieve. Las condiciones eran excelentes: había soplado viento los días anteriores y la nieve estaba dura, con hielo en las cumbres, cielo despejado y buena temperatura.


Así que no pude resistir la tentación de apuntarme a la expedición a pesar de que ser plenamente consciente de las dificultades que iba a tener para seguir la marcha, a tres mil metros de altura, de dos experimentados y potentes montañeros como son nuestros dos compañeros.


Pero me armé de valor y preparé todo el equipo que Carlos me había aconsejado, piolet incluido, y ¡como no! mis nuevos y flamantes crampones recién comprados y dispuestos a ser estrenados en mi debut como “cramponera”.


A las 8:15 nos vimos en La Cueva para desayunar e iniciar la marcha. Carlos venía con su amigo Agustín, un experimentadísimo montañero, que anda más que diez o doce de nosotros juntos y que resultó ser un excelente compañero durante toda la jornada. Así que la cosa se me ponía más difícil todavía: ya no iba con dos “máquinas” iba con tres…


Pero con mucho ánimo pusimos rumbo a Jeres del Marquesado. En el pueblo nos metimos todos en mi todoterrenillo porque queríamos intentar subir lo más arriba posible por la pista hasta el refugio de Postero Alto: es decir, la expedición al completo, las mochilas, los bastones, los piolets, y toda clase de elementos varios, a presión dentro de mi minicoche como sardinas en lata…experiencia esta que demuestra, una vez más, que con buena voluntad todo es posible.

El coche se quedó a unos 1.800m y sobre las 10:30 estábamos en el refugio. Desde allí pudimos contemplar la vía que íbamos a acometer: subir hasta el Cerro de la Tres Lindes (entre el Picón de Jeres y Cerro Pelao) a una altura de 3.141m: casi 1.400m. de desnivel de un tirón. Había bastantes montañeros en el refugio, algunos de ellos con equipo de escalada en hielo porque iban a subir los corredores del barranco del Alhorí.


Iniciamos la ascensión que prometía ser dura pero fascinante. Como es natural mis compañeros tomaron la delantera porque a mí me resulta imposible seguir su ritmo. Creo que en la montaña es fundamental que cada uno siga su propio compás, y, del mismo modo que yo no puedo forzar mi ritmo para ir más rápido, ellos no pueden forzar el suyo para ir a mi paso. Pero tengo que deciros que me esperaron, me aconsejaron y estuvieron pendientes de mí todo el tiempo, sobre todo en los momentos en los que se presentó alguna especial dificultad.

Realizamos la ascensión por la Loma de Enmedio siguiendo la antigua vereda que comunicaba Jeres del Marquesado con Trevélez y dejando a la derecha los corredores del barranco del río Alhorí, donde, los que estéis interesados, podéis ir a hacer escalada en hielo.


A medida que ascendíamos el paisaje era más y más impresionante. Las cumbres nevadas cada vez más cercanas, el cielo cada vez más azul y todo esto envuelto en ese silencio sonoro que solamente es posible escuchar en la inmensidad de la naturaleza en estado puro.

A unos 2.600 m. hicimos una “parada técnica” y mientras descansábamos un poco, de pronto apareció, bajando por la ladera, el “Guardián de las Nieves”, un enorme mastín blanco, de pelo largo y patas de león que se instaló entre nosotros, se tumbó en la nieve y dejó que lo acariciáramos como si nos conociéramos de toda la vida. Lastima que no le hicimos ninguna foto.


Pronto nos dimos cuenta de que era necesario ponerse los crampones; cada vez había mas hielo y, aunque la pendiente no era muy pronunciada, si te resbalas en una de las palas empiezas a deslizarte, vas cogiendo velocidad y resulta imposible parar. Así que…¡había llegado el momento! Me coloqué mis flamantes crampones e inmediatamente pude comprobar varias cosas:

Primero, que no es difícil andar con ellos,
segundo, que te dan una enorme sensación de seguridad
y tercero que es un gustazo andar sobre hielo;


me encantaba el sonido del hielo crujiendo bajo mis pies a cada paso y la sensación de estar dominando un elemento absolutamente extraño para nosotros. Con esto quiero deciros que le pongo un diez a la experiencia y que os animo a todos y a todas a que probéis la próxima vez que se presente la oportunidad.


De verdad que no es nada difícil y se disfruta un montón.


Pues bien, con nuestros crampones y nuestros bastones, hicimos cumbre sobre las 14:30h. La panorámica desde la cima es fascinante; se pueden ver las caras este de todos los tres miles de Sierra Nevada hasta el Veleta, primero la Alcazaba, luego el Mulhacén y, al fondo el Veleta. A la derecha, un poco por debajo de nosotros, quedaba el Picón de Jeres y hacia abajo los corredores del río Alhorí .


Estuvimos un rato en la cima contemplando el paisaje, haciendo fotos y disfrutando de esa inmensa sensación de plenitud que proporcionan las cumbres.¡Sin ninguna duda el esfuerzo había merecido la pena!


Pero… había que bajar, ¡qué remedio!. Así que iniciamos el descenso. Los primeros tramos de la bajada sobre nieve fueron espectaculares: bajar sin esfuerzo por esas enormes laderas de un blanco luminoso y con la seguridad de los crampones es otra experiencia única que os vuelvo a recomendar sin ninguna duda.

Luego ya, el resto, cuando pasamos la nieve, fue más pesadillo. Tardamos tres horas en bajar.

Y nada, recogimos el coche de Diego y nos vinimos para Granada. En la Cueva paramos para tomarnos nuestra cervecita de rigor y comentar las incidencias de la jornada.

¡La experiencia había sido todo un lujo!.
Realmente, para mí, fue un día que no olvidaré nunca.

Gracias, compañeros.



Comentado por Carmen