Amanecer en el Caballo

17 de Octubre de 2009

Comentado por Rafa

Quedamos en el Cubo a las 18:00hrs, para en dirección Niguelas dirigirnos al Refugio de Las Lagunillas.

En esta ocasión tuvimos unos mágnificos guías de la empresa "Aventura Bermejales", Juan Antonio en cabeceza del grupo y Andres a la cola, que en todo momento nos tenian localizados, hecho que en la oscuridad de la noche no era fácil.



(Carmen, Diego, Elena, Lidia, Manu, Carlos,Inma,Luis,Paco,Jesús,Gonzalo,Enrique José, Elena, Elena, Rafa, Juan Antonio, Andres)

-¡Dios mío, las seis menos cuarto y yo con estos pelos!
-Estaba claro que iba a ser un semifinde acelerado.
-La mochila, el saco, los guantes, el gorro, los tres polares, las dos camisetas, el chubasquero, el pijama…
-Bueno, el pijama no, que pesa mucho…
-¡Ah y el mejunje y las espinacas!
-Hala, tó p’abajo…

-En el cubo ya hay medio ejército mas dos guías.
-En ese mismo instante me empieza a dar flojera de piernas:
-Allí me presentan a José Antonio y a Andrés -nuestros guías y anfitriones- dos trailers todoterreno con marchas reductoras y todo.
-Luego va formándose el grupo de “andari@s” Migue, Carlos, Carmen, Jesús, Javi, Enrique, Inma, Lidia, Luis, Gonzalo, Paco, Manu, Elena, Elena, y…. ¡falta la tercera Elena, la que viene con el excoordi Diego! ¡¿y Diego?!
-¿Dónde se habrán metido?

-Nos acompaña también Alzheimer, el amigo alemán que nos suele hacer pasarlas canutas de vez en cuando. -Gracias a la memoria artificial de los móviles abandonamos a nuestro amigo y descubrimos que la tercera Elena y su titoconsorte estan esperando ya en Nigüelas, así que nos ponemos en marcha.

-En un plis-plas está el grupo al completo provocando un pequeño caos circulatorio en la gran urbe que es NIGÜELAS….
Que si yo subo contigo, que si tú comingo, que la nevera no cabe, que las empanadas ocupan el asiento de dos...

-Lo normal, otro ratillo después ya vamos por la pedregosa y empolvada pista que nos lleva al “Refugio de Las Lagunillas” enclavado en el paraje del mismo nombre, al sur del Cerro del Huevo, y eso es lo que le costó a algún chófer/chófera -Bibiana, ¿se dice asi?- para subir bién empolvados a nuestro destino.
-Enseguida nos acompaña una insistente niebla, que se abraza libidinosamente a las lomas y penetra las aberturas abarrancadas que aquellas dejaban y por las que, al discurrir el camino, nos hundímos en un espacio incierto y desconocido.
-Algún que otro despiste en cruces de caminos nos hace demorar más de la cuenta la llegada.


-En uno de los infinitos recodos del camino, el blanco meteoro nos da un breve permiso y podemos divisar una enigmática y sublime puesta de sol, que los fotógrafos aprovechan para retenerla en sus electrónicos ojos.

-Reagrupados los coches, enseguida llegamos al refugio.

-Es ya oscuro, pero –cosas del progreso- una pequeña y grosera máquina nos ilumina la estancia. -José Antonio nos describe el refugio, nos da unas breves instrucciones para que la convivencia de tantas personas en un lugar reducido sea lo más cómoda posible y…

-Hala, a colocar sacos, mochilas… cada uno toma posesión de un huequito para luego intentar dormir.

-Después COMIDA, venga a sacar comida, venga a colocar sobre las mesas jamón, queso, empanadillas, empanadas… como si nos acompañara Obélix; hay para un regimiento y sobra.


Fuera, la niebla se hace cada vez más espesa. A pesar de todo, después del festival gastronómico salimos a darnos un pequeño garbeo por los alrededores para comprobar que los faros los tenemos todos a punto.

-De regreso, cada mochuelo a su olivo. Unas pocas horas después, tras algunos solos de barítonos gorjeadores:
M80radiiiiooooo,...,nos pone en pié de nuevo.
-Tras algún bostezo desganado y algún ronquido postrero, comienza una nerviosa actividad. Unos al baño interior, otros a la cocina, otros bajando por la escalerilla, otros al baño exterior...

-OHHHHH, ¡Está despejado!
-¡Coño, que gordas son las estrellas!
- ¡Nunca las había visto tan nítidas!

Los usuarios del servicio exterior quedan impresionados por la belleza el cielo. En realidad es tal, que no se siente ningún frío admirando la Vía Láctea, que se adorna con sus mejores constelaciones: en Orión brillan desafiantes Betelgeuse y Rigel, sobre su cabeza la constelación del Cochero nos muestra orgulloso su mejor joya, la gigantesca Capella, brillantísima estrella que ocupa la sexta posición entre las más brillantes de nuestro firmamento, a la izquierda de Orión podemos ver el gran cuadrilátero de Géminis, con sus enigmáticas Cástor y Pollux, luego Cassiopeia, la Osa Mayor y la Menor, con su estrellita Polar y por fin, la que más ilusionó al personal, la constelación de Perseo, de donde suelen proceder las estrellas fugaces que alegraron el camino de algunos hacia el Caballo.

-Tras este momento de éxtasis y un tibio vaso de ColaCao, me ajusto botas, guantes, gorro y frontal y a subir barranco del Miejo ¿se dice asi? No le he encontrado en ninguna librería, ni mapa, ni bola de cristal, y eso que he consultado un montón de fuentes.
-Bueno, Miejo arriba hacia el camino Real del Caballo.

-Ah my friends…
-Toito oscuro, pero oscuro, oscuro. Los ojos se me van a salir de las órbitas. Los andarin@s a to trapo y yo de piedra en piedra…
-¡Cojones, no paran ni para mirar un momento al hermoso cielo!
-Mientras pineso eso, ya me han sacado otros veinte metros...

-Otra vez a correr, sí, claro, como si por esos pedregales se pudiera correr. Ahora me explico por qué tenia que ser de noche la marcha. Si hubiera sido de día la iba a haber hecho Rite la Chanteusse.
-Con el frontal la biotita destella, ¡hombre la paragénesis de micasquistos con biotita…! Joer, otros veinte metros que he perdido…

-De vez en cuando los gamos con los que se me ha ocurrido hacer esta marcha se paran, me esperan y cuando me estoy acercando, como si hubieran visto a su cazador, salen al trote… otra vez a tirar de mi cuerpo, que por momentos pesa más y más.
-Afortunadamente las luces de sus frontales me indican por donde van y como no se puede perder la verea, sencillamente porque no hay, pues venga p’arriba.

-De pronto aparece en el cielo desafiante el Lucero del Alba, el brillante planeta sobre un fondo que empieza a amarillear, nos indica que el astro Sol está próximo y yo a años luz del pico…
-Quiero caminar, pero mi cuerpo está confuso, creo que he desayunado poco. Ahora se me empiezan a endurecer los cuádriceps.


-Los andarin@s aceleran. El guía de cola, Andrés, que viene con Elena Antequera cerrando la marcha tampoco se quiere perder el espectáculo arriba y como ya sólo queda el último repechón se adelanta. Elena, que lleva un ritmo más pausado me anima: venga Rafa que tú puedes…


Ya está a punto de amanecer, la telúrica corriente que precede la aparición del Astro Rey empieza a congelarme. Les grito a los de arriba ¡Decidle al Sol que espere un momento, que ya llego!


Qué buenos son los amigos, el sol esperó unos minutillos, los justos que necesité para trepar a lo alto del cerro. Llegamos Elena y yo y enseguida amaneció.


Lo demás fue peccata minuta… Admirar el bellísimo valle del río Lanjarón, divisar las lagunas del Caballo y de Nájera, bajar y bajar, un insignificante fenómeno de solifluxión que nos distrajo un momento antes de llegar a peña Caballera, donde cayeron unos bocatillas y un refrigerio y luego, pista. Toma pista y más pista para abrirnos las ganas de la cerveza y del vino que nos esperaban en el “Las Lagunillas”.

Otro pequeño alegrón, un afloramiento de serpentina.


Por fín bríndises, abrazos, cerveza, vino, salmorejo, jamón, queso, más vino, hurras a los guías y todos a los coches y p’abajo.



Cuando me desperté a las ocho de la tarde pensé que lo había soñado, pero al reclinarme, las agujetas me convencieron de que había sido de verdad.




¡¡Si, habia estado en el Caballo!!