7 de Octubre de 2017
Promotor: Curro
Comentado por Mariano
«Nos vemos a las 8.00 horas en el Cubo»
Así terminaba el anuncio de ruta en el calendario de actividades de la peña para la que estaba programada para ese día.
Perfectamente organizados por Elena desde la tarde/noche anterior para ocupar los distintos coches disponibles fuimos apareciendo. Caras nuevas para mí que durante un tiempo había aparcado las salidas: Juan y pilar, Socorro, Esther, otra Pilar más y los más veteranos Mari Luz, Juan Antonio, Andrés y su hijo «ya tengo nueve años», Rafa, Guillermina, Rafi, Mercedes….y más tarde, sobre las 9.00 horas, en el punto de encuentro en Alcalá, Antonio, Carmen y el que iba a ser nuestro guía, Curro, con su hijo el dicharachero Javier.
(Mercedes, Guillermina, Rafi, Jose Antonio, Mª Luz, Antonio Martin, Andres, Andresito, Rafa, Juan, Pilar, Esther, Socorro, Pilar)
Tras presenciar la salida de miles de ciclistas que participaban en una prueba de montaña comenzamos a caminar atravesando calles de esta jienense localidad. Ascendemos levemente buscando lo que aquí se conoce como el «periurbano» y ya empieza a ser latente, visible, la impresionante mole de la fortaleza de la Mota mayormente de factura nazarí.
Alcalá la Real tiene múltiples motivos para escribir sobre ella pero hoy solo me voy a detener en este lugar excelente de su parque periurbano y darse un regalo de un buen paseo por el campo.
Varios son los senderos que suben y salen desde el mismo casco urbano o desde la Fuente del Rey. Este que por indicación de Curro escogemos nos lleva hasta la Cruz del Rayo. Cruz blanca flanqueada por varios bancos de forja de hierro que configuran un hermoso mirador desde donde se contempla una visión inédita de la localidad: al frente la Fortaleza y a los pies la blanca población abrazada a la colina y los campanarios de varias iglesias y conventos.
Desde los LLanos el sendero nos conduce hacía las ermitas de la Verónica, a tiro de piedra, y un poco más lejos la de Fátima y la de San Marcos. Por el otro lado queda la de el Calvario, frente a la cantera con enormes bloques que se van arrancando a la montaña.
Avanzamos por terreno seco y pedregoso y a menudo atravesado por asustadizo conejos que huyen de nuestra presencia. En este momento Antonio, con su docto verbo, nos enseña a distinguir por su tamaño, los restos de deposiciones de cabras y conejos.
El paisaje de gran belleza, conserva aún el sabor añejo del medio rural y ganadero y se mantienen restos de cobijos de pastores construidos con piedras y lajas de las muchas que abundan. Una breve caminata y hacemos mínima para para compartir generosa colación de viandas.
Reemprendemos el paseo. A nuestra derecha un impresionante tajo, La Hoya de la Charilla, constituida por varias cortijadas en una hondonada que resulta de las elevaciones de tres cerros: Rompezapatos (1.410 m.), Roque Marraquin (1.580 m.) y, el de mayor altitud y que da nombre a la sierra, La Martina (1.558 m.). Acompasamos el paso respirando aire a bocanadas, aire que inunda nuestras fosas nasales con fragante espliego, tomillo, romero y otros tantos arbustos aromáticos tan habituales en estos parajes.
Guiados por Curro nos introducimos en el Zumacal, extensión en la ladera del monte constituida por un arbusto autóctono, el zumaque, que puede llegar a alcanzar 3 m. de altura, de tallos leñosos y hojas dentadas con flores en panojas, primero blanquecinas y después encarnadas, parece que originario de América aunque estos que atravesamos dicen ser de ascendencia nazarí. Un poco contradictorio.
No tiene actualmente ninguna ventajosa aplicación. Dicen que su flor se utilizaba para teñir tejidos y antaño, los viejos del lugar, lo utilizaban para cortar la diarrea por su poder astringente. «Aprieta los cuerpos y sirve para zumacar las pieles, especialmente las finas. Mezclado con miel, quita toda aspereza de la lengua, restaña el menstruo blanco de las mujeres y sana las almorranas con emplaste de carbón de roble».
Descendemos totalmente y en el camino encontramos, tallados en las paredes de piedra, figuras que nos entretienen fotografiándolas. Poco a poco restamos camino y de nuevo nos asalta la maravillosa Mota. Un campo de pistacho nos llama la atención: «un árbol macho rodeado de cuatro o cinco árboles hembra», interesante aclaración de Antonio y Juan, que están bien cargados de su fruto a punto de maduración.
Proseguimos, leve parada en la ermita del Ecce Homo y en la Iglesia parroquial de La Consolación donde no somos invitados a un enlace matrimonial por lo poco adecuada de nuestra andarina indumentaria pero `por intención no fue. Solo nos quedaba encontrar un lugar donde calmar alma y espíritu con una fresca cerveza y no menos suculenta tapa. El lugar elegido por Curro resultó excelente, ricas consumiciones aunque a nosotros con poco se nos alimenta el buen yantar.
Despedidas, besos y expresiones varias y de nuevo organizar la ocupación de coches que nos devuelven al «Cubo». Los más amigos de visitar el castillo, al final los menos, se dirigieron hacia el recinto amurallado para poner el broche de oro a un magnífico paseo por estas tierras jienenses tan hermanadas con Granada.
Gracias Curro
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Video Realizado por Nacho