18 de Febrero de 2017
Promotor: Carmen Moral
Comentado por Rafa
¡Por fin un sábado sin lluvia! Quedamos a las 8:30h en el Cubo para realizar una ruta circular propuesta por Carmen, que no llevaría desde el Canal de la Espartera, lugar en el que dejamos los coches, a la toma del Canal, de aquí cruzamos el río Dílar, subimos al Collado del Pino y por una vereda intermedia con bonitos robledales a ambos lados, nos dirigimos al Collado Chaquetas, de aquí por los Arenales del Trevenque al punto de partida.
(Rafa, Inma, Carmen Moral, Jony, Irene, Abdul, Mercedes, Diego, Elena, Naxo, Mª José, Raquel, Jose Antonio, Mª Luz, Luís, Celia, Mati, Ana Ariza, Ana Cobo, Encarni, Gemma, Jorge, Nala, Tuca)
Situación: | Parque Natural de Sierra Nevada |
Dificultad: | Media |
Tiempo: | 5:30 horas |
Distancia: | 17,64 Km |
Descripción
La concurrencia no estuvo mal. A pesar de que un subgrupo de andarin@s estaba pateando por las antípodas, nos reunimos una veintena de trotatrochas para disfrutar la baja montaña granaína.
Sobre las nueve de la mañana llegábamos al conocido aparcamiento donde el canal de la Espartera se oculta en los alrededores del cortijo Sevilla.
Era demasiado temprano para describir las margas con Dentalium del Mioceno, así que dejé la disertación para más tarde…. Estábamos a 1.370 m.s.n.m.
El animado grupo tomó la vereda que desciende hacia el río Dílar con un paso vivo ya que el lugar lo hemos pateado en multitud de ocasiones y teníamos ganas de llegar a la toma del canal para ver si el cruce del río presentaba alguna dificultad.
Durante los dos kilómetros y medio de bajada el grupo habló poco. Creo que era porque estaban fascinados al ver la belleza de los pliegues en las calizas del Trías medio y de la kakiritización de las dolomías del Trías superior que conforman un bellísimo paisaje….
Llegamos a la toma del canal, a 1.250 m.s.n.m., y paramos para tomar una pieza de fruta, cruzar el río y ponernos las pilas, pues había que hacer frente a la subida del día: los cuatro kilómetros y trescientos metros de cuesta del Pino con sus 512 metros de desnivel.
¡Venga, al ataqueeee!
Subimos sin prisa, pero sin pausa. Al norte el Trevenque se nos mostraba orgulloso y al sur el Castillejo se dejaba ver entre los pinos, de frente, cuesta, cuesta y más cuesta.
Al llegar al collado (1.762 m.s.n.m.) el esfuerzo se vio compensado por la grandiosidad del paisaje (y no lo digo porque estuviéramos pasando desde las filitas alpujárrides a las cuarcitas y esquistos con granates del nevadofilábride, no). Como íbamos en dirección sur, al terminar de subir, justo en frente teníamos el Cerro del Espinar, precediendo a la gigantesca Loma de Peñamadura y detrás, al fondo, El Caballo y toda la blanca e impresionante cuerda de Sierra Nevada hasta el Veleta, al norte el hermoso y omnipresente Trevenque. Al noreste, hacia donde nos dirigiríamos, el valle del Dílar con la Loma de Los Panaderos culminada por el Peñón de Dílar.
Hicimos una paradita para que el grupo se recompusiera. Mientras tanto disfrutamos de las vistas del valle del río Dílar hacia el que nos volveríamos a dirigir, ahora por su margen izquierdo, recorriendo una preciosa vereda que atravesaba uno de los cada vez más escasos bosques de robles de nuestra sierra.
Tras diez kilómetros y medio de marcha estábamos de nuevo cruzando el Dílar. Pero esta vez a 1.657 m.s.n.m. aprovechando un albarrán sobre el que se ha tendido un pequeño puente. Un lugar idílico en el que repusimos fuerzas con el bocata del día y un ratico de retozo. Había que prepararse para la subida al Chaquetas…
Absortos de nuevo ante la belleza de los materiales alpujárrides, el grupo parecía no querer moverse, pero no hubo más remedio que reiniciar el ascenso bordeando el Puntal de Los Mecheros hasta el Collado Chaquetas. Un kilómetro y medio de trayecto para subir a los 1.804 m.s.n.m. y alcanzar la cota máxima del día. Una vez arriba nos hicimos unas foticos para comprobar que estábamos todos entericos, que nadie se había esfaratao.
Desde aquí ya era “tó p’abajo”. Cruzamos el barranco del Aguasblanquillas y cogimos el camino hacia La Esfinge, todo arenales.
Ya por aquí iba muy animado y no pude contenerme más, así que los andarinos que me acompañaban tuvieron que aguantar disertaciones como que los arenales son en realidad gravas dolomíticas del Trías superior y bla, bla, bla.
Bajamos por los “arenales” hasta el kilómetro 16 de nuestro recorrido (a 1.640 m.s.n.m.) donde algunos siguieron de frente y otros tomamos para el descenso una vertiginosa vereda trazada sobre conglomerados miocénicos hacia el aparcamiento desde donde, de nuevo, los que me acompañaban, disfrutaron de la belleza del Cerro de Las Pipas y de mi disertación sobre la discordancia del Vindobiniense y de las “pipas” unos moluscos excavadores, fósiles, provistos de una concha de carbonato cálcico cónica y curvada de varios centímetros abierta en ambos extremos pero uno de ellos es más ancho que el otro, por lo que estos fósiles son conocidos vulgarmente como ‘pipas’ (de fumar).
Afortunadamente para mis acompañantes enseguida llegamos hasta el aparcamiento tras recorrer 17,64 km. Nos subimos a los coches y nos fuimos al mesón Los Prados a celebrar que todo había salido tal como se proyectó, y lo celebramos.
P.D. Espero que las crónicas de la próximas salidas se las encarguéis a otro, porque si no, ya sabéis lo que os espera…
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Video Realizado por Nacho