Circular Fuente de los 16 caños-Acequia de la Solana-Barranco del Maitena

Sábado, 11 de Marzo de 2023
Promotor: José Antonio –    Entra y disfruta de la experiencia vivida.

Guejar Sierra

(Inma, José Antonio, Rafi, Carmen, M.José, José Luis Ramos, Inma Romero, Mercedes, Luis, M.Carmen, Gemma, Mª Sagrario, Antonio, Inma, Maribel, Mª Luz, Loli, Carmen Begoña, Mati, Luis, )

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Fotos de Inma Andarina

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Video Realizado por Naxo

Crónica realizada por José Luis

FUENTE DE LOS 16 CAÑOS, ACEQUIA DE LA SOLANA, BARRANCO DEL MAITENA

              Primero se organiza una visita a las terrazas de la iglesia del Sagrario, donde los de mi pandilla jugábamos a policías y ladrones cuando servidor todavía no contaba ni con una década de existencia. Acto seguido, una excursión a Ítrabo, el pueblecillo donde di mis primeros pasos en este valle de lágrimas. Y a continuación salida a Güéjar-Sierra, que fue el siguiente destino de mi señor padre y donde también estuve en incontables ocasiones acompañándolo hace la intemerata de años, cuando el único transporte existente era el añorado tranvía de la Sierra. Es curioso.

              Ya metidos en harina, hay que apuntar que el sábado 11 de marzo de 2023, a las nueve de la mañana y partiendo como es de ley del Tío Oxidao, una caravana de siete coches en el que se acomodaba algo más de una veintena de andarines y andarinas enfiló el camino de Güéjar. Tres cuartos de hora después nos reuníamos todos a la vera del pabellón deportivo del pueblo serrano, presidido por la mole del Calar, y de ahí empezábamos la preciosa excursión que trataré de describir sin hacerme pesado, una excursión que podríamos considerar haendeliana, acuática, porque el rumor del agua andariega y cantarina siempre va a acompañar nuestros pasos.

              Lo primero de todo es subir varias cuestas empinadas hasta llegar al barrio alto del pueblo. En el camino pasamos junto a lo que podríamos considerar un centro social de otros tiempos no demasiado lejanos: un lavadero en buen estado de conservación. Enseguida llegamos a la fuente de los Dieciséis Caños (tiene 17, que los he contado) y allí hacemos una paradilla para recuperar el aliento y reunirnos todos.

              Desde ese mismo lugar y por una muy pina cuesta, al pie de la cual figura un indicador con el título “Sendero de la Gitana”, no tardamos demasiado en llegar a la alberca de la Solana por un desvío a la derecha, en el paraje de los Castañuelos. Esta balsa es el destino final de lo que para nosotros constituye propiamente el comienzo de nuestra aventura, o sea, la acequia de la Solana, que capta el líquido elemento a considerable distancia y lo conduce a este sitio para abastecimiento del pueblo de Güéjar desde el tiempo de los moros o por ahí.

              A partir de este momento empieza un camino llano y en general fácil de andar si no tenemos en cuenta que en bastantes de sus trechos circulamos muy cerca de algún que otro despeñadero. El miedo a sufrir vértigo al atravesar esos lugares desprotegidos hizo desistir de acompañarnos a algunos. Se perdieron los maravillosos paisajes que disfrutamos desde la pasarela en altura que es la acequia. La cosa no era para tanto y ningún riesgo especial ni percance hubo que lamentar.

Güéjar-Sierra y sus diferentes alturas quedan inmediatamente debajo. Al otro lado del Genil y de la cola del Pantano de Canales, vemos el Castillejo y el Castañar, y de frente se distinguen algunas alturas menores como la loma Papeles, y por encima, tocando el azul del cielo, majestuosos, el pico Alcazaba y el Mulhacén con poca nieve en sus respectivas caras norte. Primero el Mulhacén y después el Alcazaba paulatinamente se irán perdiendo de vista según vamos avanzando. Todo el camino sobre la acequia, a ratos cubierta y a ratos al aire libre, transitamos entre frutales, almendros en flor, robles, higueras, encinas, cerezos…, que proporcionan agradable sombra. También se ven bastantes huertos cultivados, marjalillos de habas y otras verduras.

              Poco a poco vamos penetrando en el valle del Maitena, que se ve allá abajo rumoroso y espumeante. Después, a vista de pájaro, aparecen las ruinas del molino del Coto. Un poco más de andar y llegamos al mismo cauce del río Maitena, que es justamente el lugar en que la acequia de la Solana comienza su caminar de casi ocho kilómetros hasta llegar a Güéjar-Sierra. Las únicas mínimas dificultades de la ruta se presentan aquí. Hay que usar pies y manos tanteando los salientes de la pared de roca, y no queda más remedio que encaramarse e ir avanzando con dificultad. Un resbalón puede llevar a estropear tus botas nuevas y tener que ir ya todo el camino con los pies mojados. Pero, una vez superado ese obstáculo, otro nuevo encontramos, hay que atravesar el río Maitena, que trae bastante agua. Algunos optan por descalzarse y cruzar a pie desnudo, otros, más intrépidos, se aventuran por unos endebles troncos sin apenas asideros, reforzados con acierto por nuestra Inma Andarina. Hemos llegado a la central eléctrica de Maitena, escenario que fue en su día, 1937, de algún combate durante la Guerra Civil. Parece que por aquí anduvo de vez en cuando la columna del temido Maroto del Ojo, con sede en Guadix, que más de una vez amenazó con entrar en la capital y organizar una escabechina de facciosos. No sé decir si la central sigue en funcionamiento, pero lo cierto es que dentro se oye ruido como de motores en marcha y además el agua que sale por un lateral de la casa lo hace con bastante fuerza.

              Breve parada y continuamos por un repechón considerable en desnivel, pero no demasiado largo, que queda a espaldas de la Fábrica, como también se conoce a la central hidroeléctrica. A partir de aquí andaremos, a ratos sobre otra acequia o al lado de la misma, un tramo de varios kilómetros. Acequia de la Viña creo que es su nombre, ya en desuso y seca. Vinimos por la margen derecha del Maitena y ahora volvemos por la izquierda, entre castaños la mayor parte del caminar. A destacar la espectacular y bonita zona en la que se atraviesa un puente que salva un precipicio y se continúa por un vasar protegido con barandas de madera, que discurre sobre un acantilado y deja ver maravillosas panorámicas.

              Descendiendo, llegamos a la desembocadura del Maitena en el Genil. La casa que queda a la derecha, una vez cruzado el puente sobre la confluencia de los dos ríos, hoy restaurante a menudo muy animado, es la misma que servía de estación términi al tranvía de la Sierra. Desde 1925 hasta 1947 el tranvía llegaba sólo hasta aquí. En esa segunda fecha se inauguró su prolongación hasta el Barranco de San Juan, con estación intermedia en el Charcón. Estaba proyectado que llegara aún más lejos, hasta las minas de la Estrella, pero no llegó a hacerse. Del mismo modo, tampoco vio nunca la luz el funicular que desde el Barranco de San Juan ascendería hasta la Hoya de la Mora, a pesar de llegar a estar aprobado en Consejo de Ministros, contar con asignación presupuestaria y publicarse en el BOE. El tranvía y el funicular, si existieran ahora mismo, no cabe duda de que multiplicarían por infinito la potencialidad turística de Sierra Nevada y abrirían mil posibilidades más para aquellos que tenemos el gusanillo de las caminatas penibéticas.

              Andamos ahora durante algo más de un kilómetro sobre lo que fue hasta 1974 el trazado del ferrocarril eléctrico y en ese recorrido pasamos por un túnel en ligera curva de unos doscientos metros de longitud. La cola del embalse de Canales, unos cinco metros más bajo de su llenado máximo, sucede al discurrir del río Genil. Por aquí estaba la estación de Güéjar-Sierra, de la que no queda rastro. La vuelta al pueblo la hacemos por un cuestarrón que nos lleva a donde tenemos los coches. Pero antes de abordarlos y regresar falta otro de los mejores ritos de estas escapadas serranas, el de la cerveza con su tapa en mesa corrida y en agradable relajo y conversación, para lo cual nos instalamos en el bar Auténtico.

La templanza de este marzo mayeador y un cielo del color de los ojos de varias guapas andarinas han contribuido también a hacernos vivir otra inolvidable jornada penibética.

Como pincelada histórica, hay que decir que por estos parajes, como ocurrió por la práctica totalidad de las montañas granadinas, anduvieron no hace demasiado tiempo, distintas bandas de huidos al monte, o sea, maquis (bandoleros para la versión oficial). Eran gente desesperada sin nada que perder y mucho que ganar, entre otras cosas la libertad o la propia vida, en los años duros de la primera posguerra. Por aquí actuó algún tiempo la partida del Yatero, en la que se foguearon los míticos hermanos Quero antes de establecerse por su cuenta y centrarse en la capital para sus cosillas. Después se enseñoreó de la zona la partida de los güejareños hermanos Clares, que llegó a contar con una treintena de integrantes y cuya acción más sonada fue el secuestro y asesinato del coronel de Ingenieros Joaquín Miláns del Bosch en 1947, primo del que ustedes pensáis.

En fin. No nos enrollemos más. Hasta la próxima y gracias por vuestra compañía y cordialidad.

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Un comentario

  1. Bravo !! El final de la lectura me provoca un aplauso, como si acabara de asistir a un teatro o concierto. Genial !!!!

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