Sábado, 28 de Enero de 2023
Promotor: José Antonio
Comentado por José Luis
Entra y disfruta de la experiencia vivida.
(Inma, José Antonio, José Luis, Francisco Javier, Rafi, Mª José, Migue, Carme Begoña, Naxo, Carmen Cabello, Joaquín, Antonio Granada, Mercedes, Antonio, Inma, Luís, Mati, Mariano, Mª Luz, Francisco, Cristina, Eva Roca, Mª Sagrario, Loli, Manolo, Paqui, Mª Carmen, Carmen Moral.)
Descripción de la salida
Una cosa salta a la vista: hay menos fotos de las que suelen aportar los andarines y andarinas en cada salida. Y la razón de esa escasez también salta a la vista: el biruji o barojí que hizo durante toda la excursión. A bajo cero estábamos cuando partimos de la rotonda del Tío Oxidao a las 9 de la mañana del sábado 28 de enero de 2023, y la rasca nos acompañó casi todo el recorrido. En esas condiciones no apetecía mucho desenguantarse y darle al botoncico de los seflis. Pero la escasez de testimonios gráficos no significa ni mucho menos que nuestro itinerario no los mereciera, todo lo contrario, casi todo el trayecto, por discurrir a considerable altura y en cornisa, se caracterizó por las magníficas vistas que a cada paso se nos ofrecían, y además gozamos de un día soleado y sin apenas nubes.
Una media hora de coche nos depositó en las últimas casas del pueblo de Nívar, en la cara noroeste de la Alfaguara, todo dentro del parque natural de la Sierra de Huétor. Desde ese pueblecillo casi desconocido de los granaínos a pesar de estar a un tiro de piedra y que, pudoroso él, sólo muestra a la comarca una breve y casi desapercibida hilera de edificaciones en ladera, echamos a andar pisando asfalto y en menos que canta un gallo estábamos en las cercanías de Fuente Grande, ya en Alfacar, donde torcimos a la izquierda para adentrarnos en la que se conoce como Sierra de la Yedra a través de una angosta vereda zigzagueante en ascenso (la vereda de la Yedra), por la que poco a poco fuimos ganando altura a la vez que se abrían a la contemplación extensas panorámicas de los Llanos de Silva, el Pantano del Cubillas, el pueblo de Caparacena y los tres morrones de Sierra Elvira; muy cerca, a la derecha, el pueblo de Cogollos, y enfrente Nívar con su curiosa pequeña iglesia.
Entre pinos de repoblación, encinas y quejigos discurre esta senda por la que se llega a alcanzar la cota 1.400 para después descender suavemente hasta situarnos en la misma falda del majestuoso Peñón de la Mata, y detrás y a su derecha tenemos el Peñón del Jorobado y el pico de Majalijar, que ya forman parte de la abrupta Sierra Harana (o Arana). Todo el recorrido hasta ese momento ha transcurrido en zona de umbría, así que al llegar a este punto hacemos la primera parada en una mínima recacha de sol que muchos aprovechan para hacer una visita al Señor Roca.
Reanudamos la marcha descendiendo hasta salir a un carril amplio por el que pueden circular vehículos. Un cartel bien visible nos encontramos en el que, en letras blancas sobre fondo rojo, dice: «Peligro, acción de caza; 28 de enero de 2023». Ni que decir tiene que la advertencia no nos arredra y continuamos nuestro camino sin escuchar en ningún momento disparos ni ver más fauna que las aves que son habituales por esos parajes.
Poco después arribamos al Cortijo Carialfaquí, que se conserva en buen estado y es uno de los pocos habitados que quedan en estas sierras, antaño bastante más pobladas. Tres perros grandísimos acuden a darnos la bienvenida ladrando, pero pronto se calman y siguen a lo suyo. Un cerdo descomunal, un cerdolí (híbrido de marrano y jabalí), según apunta algún andarín, sestea al sol, y un congénere de raza ibérica, negro y bien entrado en carnes, hace lo propio un poco más allá. Una treintena de bípedos acaba de perturbar su modorra, pero enseguida y con indiferencia vuelven a lo que estaban haciendo antes de la irrupción: nada. En las cercanías del cortijo descansamos y atacamos las provisiones que llevamos en nuestros macutos.
El nombre de Carialfaquí, tiene resonancias morunas. He rastreado en Internet en busca de un significado de la palabra en español, pero nada viene. Sí que aparece la palabra “alfaquí”, que designa a un sabio o experto en la ley coránica.
Después del descanso continuamos la marcha volviendo sobre nuestros pasos y siguiendo ya en todo momento por este amplio carril de tierra, casi todo llano, hasta llegar entre olivos a la Fuente de Nívar, un paraje acondicionado, con bancos y mesas de picnic, presidido por una caseta de obra que protege un nacimiento de agua que abastece la comarca. Un cuarto de hora más de trayecto nos lleva al punto de partida al borde de las dos de la tarde, donde dejamos la impedimenta en los respectivos coches y descendemos un poco más hasta el bar más cercano y allí nos convidamos con un refrigerio. Después, cada mochuelo a su olivo o lo que es lo mismo, pajaricos con su madre.
Gran parte de la bonita caminata ha estado presidida por el imponente Peñón de la Mata. En Granada decir Peñón de la Mata equivale a rememorar aquella época de locura salvaje que conocemos como Guerra Civil. El peñón, que domina la Vega en toda su amplitud y era lugar de paso entre las dos zonas en que quedó partida la provincia, fue por ese motivo escenario de muy fieros combates. Los libros de historia nos dicen que poco después del fallido golpe de estado quedó en manos de los leales a la República, pero meses después fue conquistado por los sublevados para volver a ser recuperado en 1938 por el ejército republicano. Algunos exageran (seguramente) y dan la cifra de 20.000 personas que habrían muerto en estos predios, pero en cualquier caso sí que fueron unos cuantos miles los que perdieron la vida en sus escarpas. En el mismo peñón existe todavía una fosa común con los restos de muchos caídos que no podían ser evacuados. Es sin duda éste un enclave mítico y que da para muchas leyendas, y en Internet hay bastantes webs que nos hablan del peñón y de lo que aquí sucedió, aparte de las consabidas páginas dedicadas al penibetismo. Hay en la Red hasta un especial de Cuarto Milenio en el que dice que en el Peñón de la Mata es posible sentir la presencia de las muchas almas en pena que dejaron aquí sus vidas, y algunos dicen que allí se divisan de noche misteriosas luminarias perfectamente alineadas que podrían ser naves tripuladas por marcianillos, esto es, ovnis.
Yo, que desde donde redacto estas líneas sólo tengo que levantar la vista para divisar el Peñón de la Mata, no me atrevería a desmentir a quienes esas cosas afirman, pero sí que me parece oportuno traer aquí lo que escribió Antonio Machado en su “Por Tierras de España”: «Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta / -no fue por estos campos el bíblico jardín-, / son tierras para el águila, un trozo de planeta / por donde cruza errante la sombra de Caín».
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Fotos de Inma Andarina, José Antonio, Paqui
Video Realizado por Naxo
Muy bonita me ha encantado , muchas gracias, compañero !!!