Subida al Alto de la Pandera

27 de Marzo de 2010

Comentado por Carmen

Quedamos a las 8:00h en el Cubo para dirigirnos a Jaén en autobús, nos esperaba una ruta de dificultad alta por su continuo ascenso, guiada por un experto Andarín, Andrés.


(Andrés,Tomás,Pepe,Lola,Juan Carlos, Paco,Inma,Inma, Carmen, Elena, Diego, José Luís, Rafa, Heny,Miguel, Elena,Chencho,Joaquín, Raquel, Luís,Loli,Gonzalo, Pluto)

CAMINAR EN PRIMAVERA

Por fin el frío se va alejando, …calorcito y sol que nos animan a caminar y a disfrutar de la explosión de color que este año nos reservan las montañas después de tantos días lluviosos, ¡que delicia!.

Nos preparamos a realizar nuestra primera ruta de esta primavera con el ánimo esperanzado, muchas ganas y dispuestos a disfrutar intensamente del prometedor itinerario que han preparado nuestros compañeros de Jaén: el alto de La Pandera, bonito nombre que a la mayoría de nosotros nos suena por la famosa etapa de la vuelta ciclista, pero que ninguno conocemos.


En bus -gran invento, no hay que conducir y se puede beber cerveza a discreción después de la ruta- nos dirigimos hacia Jaén 16 compañeros mas otros dos que vienen en coche. Siguiendo las instrucciones que nos habían preparado los senderistas de Jaén, llegamos directamente y sin problemas hasta el lugar de la cita: el barranco de las Tinajas, a unos 20 Km. de Jaén capital.


Después de los saludos de rigor mientras degustamos el delicioso “mejunje” de Rafa que, para quien no lo sepa, es un preparado hipercalórico que ya quisieran las “barritas energéticas” y derivados varios, nos ponemos inmediatamente en camino.


Andrés y Tomás, nuestros guías, nos dirigen sin demora hacia una profundísima garganta, el barranco de las Tinajas, ¡buen comienzo!. La vereda discurre entre dos enormes paredes de caliza que forman una hoz a través la cual discurre un arroyo.


Vamos caminando prácticamente sobre el curso de agua, saltando sobre las piedras.


Enseguida empezamos a ascender: Andrés ya nos advierte que la subida hay que tomársela con filosofía y buena letra, nos esperan 1.200m. de desnivel hasta la cumbre de La Pandera en un ascenso continuado, sostenido y exigente que nos llevará hasta los 1.872m. de la cima.


Subiendo, subiendo llegamos hasta una fuente en la zona de La Hoya y allí nos dividimos temporalmente en dos grupos: los que vamos a subir a la Cueva de la Hoya y los que seguirán hasta el Puerto de la Nava, donde nos esperaran para continuar todos juntos.


Yo me uno al grupo de los que suben a la cueva. Subimos monte a través, sin vereda, hasta que llegamos a una auténtica cueva troglodita, camuflada en el paisaje, que hubiera sido imposible descubrir sin la destreza de Andrés, nuestro guía.


Nos ponemos los frontales y nos sumergimos en la oscuridad descendiendo por una fuerte pendiente hacia el misterioso interior.


Poco a poco vamos descubriendo los contornos del recinto y descubriendo sus rincones. Nos encanta. Hay agua por todas partes, estalactitas y estalagmitas en formación, agujeros con pequeños lagos en su interior…¡toda una experiencia!.


De vuelta a la luz, descendemos rápidamente por la ladera y retomamos la senda ascendente que va ganado altura rápidamente y que nos llevará, prácticamente sin descanso, hasta el puerto de La Nava.


Cuando llegamos el resto de los compañeros de grupo nos están esperando sentados plácidamente al sol del mediodía.


El lugar es una auténtica delicia: inmensos y verdes prados repletos de plantas de narcisos y lirios, algunos abriéndose ya en un esplendoroso amarillo. Todos comentamos que será un asombroso espectáculo, dentro de unos días, cuando se abran todas las plantas y los prados aparezcan coloreados por miles de flores azules y amarillas.


Dan ganas de quedarse allí a descansar, a comer, a disfrutar de la tarde, pero… a nuestra derecha se alza majestuosa la cumbre de La Pandera: el ascenso promete ser exigente y emocionante, de modo que nos ponemos en marcha.

La mayor parte del grupo decide subir aunque unos cuantos prefieren quedarse para hacer una ruta mas corta y reunirse con los demás cuando bajemos de la cima.


Me uno al grupo de cumbre e iniciamos el ascenso. La subida es dura, pero a medida que vamos alcanzando cota, el paisaje se hace más y más impresionante.


Ganamos altura rápidamente, el grupo se va estirando pero finalmente todos llegamos a la carretera que va hasta la cumbre a eso de las 3 de tarde.


Algunos estiramientos, un poco de agua y seguimos caminando, ya por la carretera.


Pasamos por las instalaciones militares abandonadas construidas hace años por el ejército estadounidense bajo supervisión de un contingente de soldados españoles que permanecían en los antiguos barracones con un antiguo radar militar actualmente en desuso.


Las dejamos atrás y llegamos a la Peña del Altar donde paramos a comer. Las vistas desde este punto son realmente magníficas: el pantano del Quiebrajano al fondo de un impresionante tajo, Sierra Nevada que parece suspendida en el aire como si volara sobre la neblina, el resto de la Sierra Sur de Jaén, la Sierra de Cazorla apenas visible a través de las nubes, Jaén capital…, grandioso espectáculo que contemplamos sentados tranquilamente al sol mientras degustamos el consabido bocata que nos sabe a gloria después del esfuerzo: han sido 5 horas de ascenso continuado y a buen ritmo…

¡que somos los mejores, ya se sabe!


Y llegó la hora de bajar. El descenso se hace `por otro sendero, el Portillo del Lobo, que nos lleva también al Puerto de La Nava.


Desde allí, siempre descendiendo, nos dirigimos al paraje conocido como Los Miradores que es un prado presidido por una encina centenaria y abierto al tajo sobre el Quiebrajano.



Nuevamente la vista nos deja impresionados, hacemos una pequeña parada, algunas fotos y continuamos camino descendiendo bajo las escarpadas paredes de la Peña del Altar y en unos 30 minutos llegamos al puerto de Las Coberteras, el final de nuestra ruta.

Por el camino nos encontramos con esta panorámica de la zona del Pantano del Quiebrajano y la Sierra de la Pandera.

Panorámica de la Sierra de la Pandera


Allí nos esperan varios todo-terrenos para llevarnos por la carretera que desciende hasta la presa del Quiebrajano donde nos aguarda el microbús.


Desde allí, ya cada uno en nuestros respectivos vehículos, nos dirigimos hacia una venta cercana a Jaén capital donde nos reponemos de las fatigas de la jornada con varias cervezas y otras tantas tapas que degustamos alegremente mientras comentamos las incidencias de la jornada.


Ha sido un día inolvidable: naturaleza en estado puro, hermosos paisajes, buen tiempo, algo de ejercicio y excelente compañía…
¡que más se puede pedir!

¡¡GRACIAS JAEN!!!