Silleta del Padul

14 de Enero de 2012

Comentado por Inma Andarina y Rafa

Quedamos en el Cubo a las 8:30, para realizar una ruta guiada por Rafa, de dificultad media.

Nos encontramos ante la primera salida del año, en la que las ganas de bajar los polvorones y de felicitarnos el Año Nuevo 2012, hizo de ella una salida multitudinal. Nos reunimos un total de 30 Andarines.

(Naxo, Antonio, Inma, Inma, Miguel, Linda, Celia, Luís, Rene, Gonzalo, Elena, Mercedes, Joaquin, Andrés, Loli, Lola, Jose Luís, Javier Guerra, Raquel, Javi, Juan, Rafa, Carmen, Elena, Diego, Ana)

Comentado por Inma Andarina Comentado por Rafa

Comentado por Inma Andarina

El día amaneció muy, pero que muy frío y la niebla hizo acto de presencia en gran parte del camino.
Dejamos nuestro coches en la urbanización Valle del Puntal junto a un depósito de agua y unos postes eléctricos al final de la calle del 4, donde comienza nuestra ruta.


Iniciamos la marcha por el Barranco de las Rajas. Unas cruces pintadas en las piedras nos van señalando el rumbo correcto.


El camino entra dentro del barranco, lo cruza y continúa internándose en él tras una subida.

Aquí comienza el calvario para algunilla y la perdida del Cordidos que se queda a la cola. Claro está, no porque no pueda, sino porque es un buen compañero.


Por un momento hay despiste, ¿Donde esta el camino? ¿Que ha pasado?, creo que por aquí no es, tenemos que retroceder, hay que cambiar de ladera... Pues sí, cambiamos la ruta sobre la marcha y seguimos nuestro camino.

Ya se sabe, sin estos pequeños incidentes, no seriamos nosotros


Pasado este episodio conseguimos refugiarnos del aire frío junto a un cortijo, aprovechamos para esperar a los de cola y reunirnos de nuevo todos.


Chicos que frío hace, sigamos el camino y a paso rápido que hay que calentarse. Pensamos algunos.


Así lo hacemos, la niebla no deja ver la imagen de Sierra Nevada, pero tenemos a Rafa que nos explica donde está. Un poco más tarde conseguimos verla, el aire mueve las nubes muy rápido y en algunos momentos la niebla despeja.



Nos dirigimos a la Silleta del Padul entre frio y niebla, pero conseguimos llegar sin problemas.


Ya con el día despejado, Rafa nos lleva a Piedra Ventana, en la que las cámaras de fotos hacen acto de presencia.

Toca realizar el camino de vuelta, los incidentes comienzan. Los que van más avanzados que el guía se pierden, si señores se pierden, quienes serán.... Púes no lo vais a creer, además de los de siempre, se habían unido al grupo otros menos andarines. Así que podéis inmaginar, cuando se encontraron con el guía, como eran sus lamentos. Habían tenido que deshacer lo andado y además a marcha forzada.


El grupo del guía se había dedicado a poner en los puntos conflictivos, indicaciones de ramas, piedras, flechas, mojones...


Por fin ya nos íbamos a reunir de nuevo. A lo lejos veíamos a nuestros compañeros. Las indicaciones dejadas por el camino habían servido para algo.

No todos se decidieron a subir a la Cruz de la Atalaya. ¡Ya habían tenido bastante con la equivocación!


Los que subimos a la cruz, tuvimos ante nuestros ojos bonitas vistas del Valle de Lecrín y de los humedales y turberas del Padul.

Bajamos de la cruz para reunirnos con nuestros compis y retomar el camino de vuelta. Desde este momento todo fue como la seda...

Claro hasta que llego la hora de la Cervecita.

Chicos a Rafa le han dicho un bar que ponen buenas tapas. Todos los coches en fila y así no nos perdemos. Ja,ja,ja,... Eso creíamos, estuvimos dando vueltas por el Padul y el Puntal durante un 20 minutos.
Al final práticamente todos menos una servidora que se rindió, consiguiguieron reunirse y tomar la merecida CERVECITA.

Comentado por Rafa

En uno de los cuentos de la Alhambra, Washington Irving muestra su admiración por nuestra sierra:

“Levanta ahora tus ojos hacia la nevada cumbre de aquella lejana cordillera que brilla como una nube de verano sobre el azulado firmamento: es la Sierra Nevada, orgullo y delicias de Granada, origen de sus frescas brisas y perpetua vegetación, y de sus amenísimas fuentes y perennes manantiales”

Y eso es lo que hice yo un día y pensé que sería interesante pasear por la serrata más occidental de Sierra Nevada, la sierra del Manar.

El grupo de “Andarines” aceptó la propuesta y hete aquí que el 14 de enero del recién estrenado 2012 nos dispusimos a ello.

A la hora de costumbre nos dispusimos, desde el lugar de costumbre, a partir hacia la concéntrica urbanización El Puntal, cerca de Padul.

Poco a poco nos congregamos en lo alto de la calle del 4 los de costumbre, alguno más y alguno menos, pero los de costumbre.

Como había una escalinata al principio para entrar en calor, pasó desapercibida mi charla pero, no os creais que no os la voy a largar de nuevo: Empezábamos en la falla Nigüelas-Padul, declarada desde el año 2001, Monumento Natural (Decreto 511/01 del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía).
¡Toma ya comienzo!, nada más y nada menos que en un lugar “patrimonio geológico”

El tiempo se fue volviendo en contra nuestra, y al adentrarnos por el barranco de Las Rajas una pertinaz niebla se unió al grupo.

Sin pausa, pero con la prisa de costumbre subíamos y subíamos, hasta que nos dimos cuenta que Migue y su amiga se habían rezagado. Mientras los esperábamos nos dimos cuenta que íbamos camino de otra “rambla de los tormentos” y afortunadamente acordamos abandonarla antes de que se pusiera arisca. Cuando ya concluimos que estábamos más o menos en orden, seguimos la marcha hasta el cortijo del Manar, donde aprovechamos para degustar toda clase de tentempiés.

El frío arreciaba y la niebla no quería abandonarnos, por lo que no tardamos en acometer la suave subida a La Silleta, el primer objetivo planificado en esta marcha. Afortunadamente al llegar arriba entre nube y nube pudimos maravillarnos con la belleza de nuestra Sulayr rodeada de su corte de picos menores entre los que destacaba majestuoso el Trevenque y el no menos elegante Picacho Alto…

Apenas dio tiempo a algunas fotillos porque… bueno, realmente no sabemos por qué, pero íbamos aceleraíllos y ya estábamos camino de Piedra Ventana, nuestro segundo objetivo.

La niebla se había quedado en la otra vertiente de la sierra y desde esta parte el paisaje era realmente magnífico. Llegamos a Piedra Horadada y aquí sí que hubo toda clase de fotos… tú aquí y yo allá… ahora al revés… apártate que no salgo… ahora desde arriba…bueno, en la página de Andarina podéis ver los resultados.

Una preciosa y cómoda vereda, entre pinos de reforestación, nos conduciría a nuestro tercer y último objetivo, la cruz y el mirador del cerro de La Atalaya. Así que como era cuesta abajo pues…¡a correr!

La naturaleza ordenada y armónica diseñada por ¿El Creador? contrastaba con el espantoso desorden creado por ¡El Hombre! en las enormes canteras para aprovechar las gravas kakiritizadas.

Pero a lo que iba, la vereda tenía un truquillo a modo de giro inesperado a la derecha, que como es lógico todos nos saltamos. Eso sí unos se lo saltaron más que otros.

En el giro tomábamos el camino de las minas del Tío Agustín y de Las Isabelitas (en su época se extrajeron de ellas cantidades poco significativas de minerales como galena, blenda y wulfenita (de los que se obtienen plomo, cinc y molibdeno respectivamente) pero no llegamos a ellas porque había que llegar pronto a la Cruz de la Atalaya????

Tras cruzar el barranco de las Isabelitas una última subida sirvió para que los que “se pasaron de largo más largo” alcanzaran a los que nos pasamos sólo “de largo” y así llegamos a alcanzar nuestro último objetivo, La Atalaya, todos juntitos.

Una frugal comida y una acelerada bajada final concluyó de nuevo en el inicio de esta ruta, afortunadamente, en los coches.

Nos dispusimos a tomar la tradicional cerveza, pero, como hoy habíamos tenido pocas pérdidas y despistes, buscando el bar del tío Pepón, le dimos tropocientas vueltas en coche al Puntal y acabamos en un restaurante de carretera donde al menos nos tomamos unos tubitos… y eso fue todo lo que aconteció por El Manar.

De turbas y de mamuts también se habló, pero eso lo contaré otro día.