Intercajas Senderismo Asturias 2009

Segunda Jornada: Ruta de la Piedra

28 de Mayo de 2009

Comentado por Loli

INTEGRAL DE LAS MAJADAS:
- Desnivel de subida: 700 m.
- Desnivel de bajada: 1400 m.

Sendero de largo recorrido que comunica los lagos de Covadonga y la localidad de Poncebos en el concejo de Cabrales. LAGO ERCINA- MAJADA DE BELBIN-SIERRA BUENA-VEGA MAOR-OSTON-CANAL DE CULIEMBRO-RUTA DEL CARES-PONCEBOS.

Las Majadas son de titularidad pública, gestionadas por los propios pastores que se organizan en instituciones de gobierno propias. Son como pueblos mínimos, habitadas durante el verano cuando el ganado pasta en los verdes prados. Pocos verdes hay tan intensos como los de las majadas pastoriles. Suelen ser lugares hermosos y evocadores y a menudo son también intensas atalayas entre cumbres, desde las que descubrir el verdadero silencio de los Picos de Europa y su plenitud paisajística. Ejemplo de esto lo encontraríamos en la majada de Ostón.

En este recorrido además se enlaza con otra ruta de largo recorrido, La Ruta de la Reconquista, llamada así porque, según el historiador Claudio Sánchez Albornoz, por ella huyeron los árabes derrotados en la batalla de Covadonga. En este recorrido constataremos de primera mano ( asomándonos a los balcones naturales que esta ruta nos regala) las dificultades orográficas a las que se enfrentaron las tropas musulmanas que salieron derrotadas de la batalla. El ejército huido se encontró con la brecha del río Cares que separa el Cornión del Macizo Central. Sería un momento angustioso, como un callejón sin salida. Una profunda hoz les impedía avanzar. Los cronistas dicen que tomando como guías forzosos a los pastores, lograron descender de las majadas de Ostón por la Canal de Culiembro. Por ahí pasaremos nosotros.


El autobús nos deja en el aparcamiento de La Buferrera y después de recoger el pic-nic y pertrecharnos comenzamos a subir hasta el mirador que tiene buenas vistas sobre Vega Omeya y los Picos de Europa. La primera majada que nos encontramos es la majada de La Llomba. Subimos pista contemplando el lago de la Ercina y toda la cordillera.


Al poco rato la abandonamos para subir montaña arriba “to tieso” ( ¿ de qué me suena a mi esto?) y ya en lo alto se divisa la majada de Balbín, amplia y hermosa pradería con cabañas rehabilitadas dónde se elabora y madura el queso de Gamoneu. Primera paradita y primera sensación de plenitud y tranquilidad, estamos pisando territorios exclusivos de los pastores y sus rebaños, ( y ahora invadido por unos 150 senderistas).

Más adelante pasamos por otra majada más pequeña, La Güelga y después de una empinada rampa llegamos a la majada de Parres. Seguimos subiendo y al rato entramos en la majada de Arnaedo dónde hay una magnífica fuente con agua fresca y muy rica. Después de tomar aire y agua seguimos subiendo hasta llegar al Collado de Sierra Buena ( 1400m.), el punto más alto de nuestro recorrido. Desde aquí se vislumbran unas maravillosas panorámicas del macizo central de los Picos de Europa, con su techo “Torrecerredo” y el “Pico Cabrones”.

Proseguimos ruta y posteriormente empezamos a avistar la majestuosa Vega Maor. Con tan bello panorama me viene a la mente que este era mi “sueño” y que se está cumpliendo. Atravesamos esta maravilla, es mucho más grande de lo que parece en la distancia y después de atravesar la profunda vega al final encontramos la majada del mismo nombre, la cual tiene dos grupos de cabañas y antes de ellas se abre la boca del Pozo de los Texos, una sima de entrada espectacular.

Seguimos nuestra andadura bajando a la Vega de los Corros y comentando con Lidia de que algunos sueños se cumplen me indica que por favor para mi próximo sueño pida algo menos de sol. Y es que el sol viene apretando durante todo el camino y por estos valles no hay apenas brisa. Pero de tan feliz que me sentía, ni calor notaba. Hacía justo un mes que había estado a 40º y con una humedad del 80 al 90%. Así que esto era sólo calorcito.

Comenzamos una bajada ininterrumpida hasta la majada de Ostón, situada en un incomparable lugar y uno de los momentos culminantes de nuestra ruta. Esta majada es sencillamente preciosa, con bastantes cabañas parceladas con muros de piedra y bonita arboleda.


Aquí se encuentra lo que unos llaman “La Peña”, otros “La Pica de Ostón”, a la que se asciende en una corta pero intrincada subida entre piedras y matojos, sin ninguna senda visible, y que resulta ser una atalaya insuperable sobre la garganta del Cares y una perspectiva de las altas cimas de los Urrieles bastante sobrecogedora.


El ratito de la comida en este magnífico paraje resultó ser de lo más reconfortante pese a que todas las sombras ya estaban ocupadas y tuvimos que quedarnos bajo unos peñascos.

Después de llenarnos la vista y el alma con las panorámicas que permite desde sus 970 m. es hora de comenzar a bajar ( los primeros del grupo ya hace rato que empezaron ) la famosa Canal de Culiembro, en femenino. Verla desde arriba daba repeluz.

Una profunda hendidura entre montañas con una larga bajada en zig-zag que va a poner a prueba nuestras cansadas piernas. La senda se encuentra en principio llena de pedruscos grandes que entorpecen y molestan en la bajada pero infinitamente mejor que los tramos dónde las piedras son pequeñas y muy deslizantes. Están puestas expresamente para evitar derrapes, pues esta bajada con el suelo húmedo y resbaladizo tiene que ser un suplicio. Vamos bajando con pasos torpes y retenidos para evitar resbalones, ya que si te caes un culetazo te das con las piedras y las ortigas ( que por cierto son de otra clase, muy grandes y más urticantes) pero si te caes para el lado de la pendiente “au revoire”. Vamos con la vista en la pendiente y las piedras y con nuestros bastones pero Elena bajaba toda erguida, sin bastones, y con su paraguas abierto para evitar el sol, al más puro estilo Mary Poppins. Eva comenta que ahora comprende porqué esta ruta la han llamado ruta de la piedra.

Bajamos, bajamos, seguimos bajando, aquello no se acaba, no sopla ni una pequeña brisa de aire, ya no tenemos agua y los que la tienen está hecha sopa. ¡ Por fin ¡ avistamos la vegetación y la cabaña de la majada de Culiembro que a través del puente Pando desemboca en la archifamosa senda del Cares.

La fuente de la majada no tiene agua, uno de los guías nos dá una botella y Chus nos la cambia por otra fresquita. Lo ha conseguido teniéndola un ratito en el agua helada del canal que va paralelo a la senda del Cares con aguas muy rápidas.

Aquí reponemos fuerzas metiendo los pies a intervalos cortos en el agua helada del canal, es remedio de santo, los pies se quedan relajados y la sangre vuelve a circular de forma normal por tus piernas.

Ahora tenemos que afrontar el recorrido de más de la mitad de la senda del Cares ( 5 km. a Caín por la derecha), por la izquierda en dirección Poncebos, pero ya tenemos las piernas revitalizadas gracias al pequeño baño de pies.

Voy comprendiendo porqué es tan famosa esta senda ( es la más transitada de toda España) y porqué tenía yo tantas ganas de recorrerla. Comienzo a andar sin prisa, porque, aunque mucha gente ya la conoce, para mí es la primera vez, ¡ por fin ¡, estoy andando en ella y aunque sea la mitad de la misma es suficiente por ahora. Hago multitud de fotos, de la senda en sí misma, con su perspectiva por delante y por detrás, de los túneles excavados a pico y cincel en la roca, de las montañas que con su caída en picado forman la garganta, de todo el río y los recovecos que hace así como alguna “surgencia”, agua a raudales que sale de pronto de las rocas al río, es posible que alguna de ellas sea la conocida como el “Farfao”, en un intento de captar algo de estas privilegiadas imágenes. Alguien comenta ¿ aún con fuerzas para hacer fotos?.

No quiero distracciones que me aparten de este paisaje, quiero saborear su belleza en soledad, pero acabo compartiendo parte del trayecto con una compañera de Cantabria, hablando de infinidad de temas, y resultó ser un tramo bastante entretenido aunque me fijara en menos detalles. En todos estos días hemos hablado con muchos otros senderistas que van a tu paso y el caso es que de la mayoría no sabes su nombre ni de dónde son, pero suelen ser conversaciones agradables y amenas, cosas que tiene el camino.

El sol sigue su camino implacable y en este lado de la solana y pegando a las rocas se nota su efecto algo más, las últimas gotas de agua caldosas hace rato se acabaron y ya se va notando la falta de agua y el calor. Te encuentras con la subida al Collado ó La Colladina, que dirían otros, y aunque parece que no es una subida fuerte, después de todo el día andando es como la “puntilla” que remata la faena. Tengo que dejar a la compañera cántabra en la subida porque la llamada de la cerveza fresquita es muy fuerte y no puedo sentarme a ratitos. Ya en lo alto del Collado tengo pensamientos desvariantes, alguien viene a mi encuentro con un gran cervezón muy frío, y cuando creo que estoy empezando a delirar, oigo comentar, detrás mía, a uno de los jóvenes del grupo de Avila, - sería todo un detalle que saliera fulanito de tal a recibirnos con una cerveza, ¡le daba de besos …! - Mal de muchos …

La bajada se hace interminable. Llegando al asfalto se incorpora a mi paso un compañero de Sa Nostra hasta el final. Pese a lo que ya llevamos andado y la sed que soportamos desde hace rato, parece que nos quedan ganas de bromear, nos dirigimos a unos jóvenes que guardan sus bártulos , de no sé qué deporte, en el coche, a preguntarles si tienen cerveza, la respuesta es obvia, pero el mallorquín vuelve a insistir, - la pagamos bien -, a saber lo que se quedaron pensando. Y llegamos al bar dónde ya estaban muchos compañeros, con más empanadas y bollos preñaos que ni probamos. Para qué voy a contar la sensación de la cerveza fría después de un duro caminar, ya todos la conocemos



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