Paseo por la falda norte del Picón de Jerez

6 de Noviembre de 2010

Comentado por Rafa

La verdad es que empecé el día pensando en que la organización andarina de este día había supuesto un verdadero fracaso.

Había proyectado ir en bus hasta Jerez del Marquesado y subir a Las Balas para seguir por la Piedra de los Soldados y bajar el Camarate de manera que nos recogiera el bus en Lugros y de camino, prestar un rato a Pacoto a la amable encargada del bar de Polícar y obtener a cambio unas buenas tapas.

Pero hubo que deshacerlo todo y adaptarnos a una “salida improvisada”

Como la vida te da sorpresas, no hubo mal que por bién no viniera y descubrimos la encantadora “Ruta del Avión” ¡Y vaya si la disfrutamos!

(Paco, Andrés, Antonio, José Luis, Alexander, Joaquín, Reyes, Heny, Lidia, Pacoto, Rafa, Gonzalo y su hijo)


Ruta del Avión

Para variar salimos del Cubo un grupillo compuesto por Paco, Andrés, Antonio, José Luis, Alexander, Joaquín, Reyes, Heny, Lidia, Pacoto, Rafa, Gonzalo y su hijo (perdóname joven pero no recuerdo tu nombre).

Con el tiempo pegadillo –es decir bastante tarde- llegamos a Jerez y nos dispusimos a subir, pero, como no llegaba Paco, decidimos mientras dar buena cuenta de las tostadas de pan casero con aceite y jamón del hostal Sierra Nevada…

Por fin, ya ampliamente sobrepasadas las diez de la mañana, con la tripa llena y a tope de calorías para gastar, nos dirigimos hacia el Cortijo de Buenavista, desde donde partía la vereda.

Dejamos los coches un poco antes de perder el asfalto, junto a una pequeña ermita dedicada a San Antonio, con lo que perdimos otro precioso tiempo, pues casi todos los concurrentes le hicieron al santo unas rogativas para que les concediera todo tipo de ligues…

Ea, ya por fin estamos en vereda... amplia, poco pendiente y con escasa vegetación, pero los colores y olores del otoño se encargan de darle un aspecto mágico, sobre todo cuando al levantar la vista contrastamos los tonos dorados, rojizos y pardos con el hermoso manto blanco que lucen el Picón de Jerez y sus altos aledaños. La vereda termina en el cortafuegos que conduce al Corral del Turón y ¡hala tó p’arriba!

La respiración empieza a hacerse intensa, el jamón pesa cada vez más en el estómago y el cuerpo serrano empieza a pedir agua y que aligeremos ropa.

Entre encinas, retamas y pinos empiezan a aparecer hermosas reses, divertidas vacas rojas, tranquilas vacas blancas y algunas ¿vacas? con una generosa cornamenta y un inquietante color negro…¿y eso son ubres????

Pero nadie se amedrenta y continuamos el ascenso. Cuando estamos a punto de dejar la zona arbolada para adentrarnos en la desnuda aridez del Cerro de las Balas nos encontramos con un par de andarines tempraneros que habían subido por la “Ruta del Avión “ y luego la había abandonado para hacer una ruta circular. Así volvían por la que veníamos nosotros.

¡Buenaaaaaasssssss!
¿Ya de regreso?
¿Qué salisteis a las seis de la mañana?
¿Qué ya vais de vuelta?
¡tanto vamos a tardar en subir!
¿El avión?
Bla, bla, bla…

Tras el encuentro reprogramamos el GPS: abandonamos la subida a Las Balas para dirigirnos por una boscosa pista a través de la Cañada de Mahoma.

A ver si llegamos a comer en el Corral Nuevo y volveremos por el Postero…

El culo le resultó bastante pesado a los que habían abusado de la pata gorrina y tardamos en llegar al dichoso Corral. Pero una vez allí, la madre naturaleza, los refrigerios y la paradita tumbados sobre una incipiente hierba nos puso las pilas a tope y nos dirigimos a la Loma de Enmedio, desde donde nos oteaba orgulloso el Postero Alto.

Como desde aquí la vereda comienza a bajar pues eso… a calzón quitao tós p’abajo…
Preciosa y frondosa vereda, y de pronto: Un indicador con dos opciones
-?al Postero Alto
-? a Jerez ¿será esta la ruta del avión??? Venga, a por ella, que la del Postero se ve muy despoblada y ésta se ve mucho más arbolada….

Y así fue como dimos con esta recién recuperada, remarcada y redefinida senda que nos encantó: vegetación, riachuelos, puentes rústicos de troncos, roquedales, las Casas del Posterillo con su precioso jardín botánico donde sobresalían las secuoyas… riquísimo colorido otoñal mostrándonos toda la paleta de ocres y amarillos…

…y el río de álamos…¿recordáis del cole aquel estribillo?:
“de los álamos vengo madre,
de ver cómo los menea el aire…”

Una aburrida mantis religiosa nos da la bienvenida de nuevo a Jerez y, como hay sed y es temprano, antes de subirnos a los coches, volvemos al hostal Sierra Nevada para regar nuestros resecos gaznates.

Eso sí, antes yo hago mis estiramientos de rigor ante la mofa, befa y risas de los colegís…

Reid, reid, pero como yo esta mañana fui comedido, ahora os conformáis vosotros con vuestros mustios y afligidos bocatas que yo me voy a pedir una buena tostada de pantomacaypernil…

Prometemos hacer la ruta del avión tal como mandan los cánones el próximo otoño…

No os la perdáis, es un recorrido para recordar.