Puntal de los tres cuartos

Habiamos quedado a la 8:00 en el Cubo, para realizar una ruta de dificultad alta guiada por nuestro compañero Carlos.

(Carlos,Luis,Andrés,Juan Antonio,Joaquín,Miguel, Manu,Eva,Diego,Carmen,Lidia, Andrés,Emilio,Paqui,Jose Luis)

Esta salida ha sido comentada por varios de nuestros compañeros y merece la pena ver la versión de cada uno de ellos para una misma ruta.

Comentado por Miguel Comentado por Cárlos

Comentado por Miguel

Comenzamos nuestra jornada senderista-montañista, como es habitual a las 8:00 en el Cubo, todavía con las luces de Navidad encendidas.

Acudimos a la cita Carlos (nuestro guía), Luis, Andrés, Juan Antonio, Joaquín, Miguel, Manu, Eva, Diego, Carmen, Lidia, Andrés Cubero, Emilio, Paqui y Galán.

Se hacen los comentarios de rigor sobre frio, nieve, crampones, polainas, etc… y nos reubicamos en los distintos vehículos, para poner dirección a Güejar-Sierra, previo pequeño rodeo por la ciudad.

Después de las dudas del camino si es la derecha o la izquierda, por fin llegamos a la famosa cadena de la Loma de los Cuartos, a unos 2.000 mts. Dejamos en la explanada los vehículos y comienza nuestra pequeña aventura.


La nieve está cercana, la pisamos y admiramos las espectaculares vistas de nuestro Veleta, Mulhacen y Alcazaba.


Seguimos nuestra subida suave pero continúa hasta el refugio de Peña Partida, ya a 2.500 mts. Momento en que aprovechamos para reponer fuerzas y algunos decidimos estrenar nuestras polainas (dime como se ponen, unos se las compraron el día anterior, otros se las compraron en verano…)


La nieve no era abundante, pero si era un manto blanco, fácil de caminar, que paso tras paso fuimos superando. A buen ritmo, pues había gente que pretendía estar en casa las 18.00 horas. Con diferentes paradas hasta la cumbre, en las que retomábamos el contacto con Andrés, ¿en que iría pensando todo el camino el sólo?


Ya en la cumbre, las fotos de rigor, la admiración de nuestras montañas (Veleta, Alcazaba, Mulhacen, Vacares,..), saborear las viandas así como el vinillo que también le sentó a mas de uno.


Y con el paso del tiempo, nos fuimos enfriando, por lo que levantamos el campamento e iniciamos el regreso, al comienzo muy divertido, saltando por la nieve en polvo, otros acordándonos del trineo de otras ocasiones de nuestra amiga Inma, pero cuando la nieve dejó de ser abundante, se hizo muy larga la vuelta.

Otra parada en el albergue en donde nos despojamos de las polainas, (los crampones sólo sirvieron para llevarlos en la mochila, como un peso más, ¡ya serán para otra ocasión!


Reinicio de la marcha para llegar a los coches, en donde nos volvimos a reencontrar con Andrés.


Emilio propuso tomarnos las cervezas de rigor en el pueblo, donde su “saca saca” fue todo un éxito.




Comentado por Cárlos

Por los dominios del tío Papeles

Una gélida mañana del mes de diciembre, 15 personas humanas movidas por un mismo impulso, algo irracional y del todo incomprensible, decidieron practicar su afición favorita, esto es, darle a la pata durante unas cuantas horas por la zona alta de Sierra Nevada, mientras que los más sensatos optaron, en cambio, con dudoso, pero respetable criterio, por no acudir a la cita y dedicarse a otros menesteres más mundanos.

Se juntaron los intrépidos aludidos en el lugar de costumbre, armados con artilugios e instrumentos varios propios de la ocasión, que básicamente sirvieron para dar el pego y faldar un poquito ante los escasos viandantes que a esa hora se aventuraban por el lugar. Y digo esto a resultas, a posteriori, porque os aseguro que en ese momento, a esa hora y en ese sitio, tenía la firme convicción de que iban a servir para algo más que para pasearlos y que les diera el aire. De este modo, ocurrió que los de los debutantes en estas lides regresaron inmaculados, impolutos, como recién salidos de la tienda en la que habían sido adquiridos o alquilados los días previos.

Pero al grano, que me enrollo. Que nos fuimos dirección Güéjar Sierra a eso de las 8:10 h de la mañana repartidos en los coches, todos ya desayunados –o al menos eso creo, pues ningún estómago pareció protestar más de la cuenta-, de manera que rebasamos el pueblo montañero por excelencia de nuestra cercana sierra, tomando la pista asfaltada que en paulatina subida se dirige, según indicaciones, al cortijo-camping Balderas -muchas cosas en esta villa llevan este apellido-, para al poco rato tomar el desvío que desciende hacia el cauce del río Maitena, vadeándolo en el lugar donde se encuentran las ruinas del Cortijo del Molino del Coto. Desde aquí la pista continúa ya más empinada y manteniendo la capa de asfalto durante un corto trayecto, para convertirse pronto en un carril forestal –o sea, en pista de tierra apta para vehículos- largo y monótono que nos deja a unos 2100 m en la divisoria de la loma de los cuartos o del tío papeles, donde no hay más cojones que bajarse, no porque se acabe el carril, sino porque se nos impide el paso con una cadena ya conocida por la mayoría del día de los lavaderos. En esta ocasión, y a diferencia de aquella, no íbamos a visitar los lejanos y bucólicos manantiales en los que una reina, cuyo nombre desconozco, acudía suponemos que a acicalarse e imaginamos a qué más placeres mundanos. Por contra, decidimos para el día en cuestión subir más altos para divisarlos desde arriba, desde el punto culminante de la loma que separa los valles de los ríos Maitena y Vadillo, ambos tributarios del más conocido Genil.


A eso de las 9:45 h de la mañana alcanzamos la cadena y empezamos a sacar los bártulos, percatándome en seguida de que el mío se lleva el primer premio en cuanto a peso y volumen. Y como no me motivaba mucho esa realidad y además no me encontraba ese día muy católico que digamos, decido prescindir de laguna cosilla de esas que hay que llevar por si acaso, y consigo comprimir todo el material dentro de una mochila más pequeña, ya del tamaño de las de los demás, y que como buen previsor llevaba también conmigo. Son casi las 10 h a.m. cuando iniciamos la marcha, para lo cual tomamos la vereda que, en suave ascensión, lleva hasta el refugio de Peña Partida a 2500 m sndm (o sea, sobre el nivel del mar, que no os enteráis). El tiempo acompaña, los pájaros cantan, las nubes se levantan, y pronto sin darnos cuenta -por el paisaje y la amena conversación- alcanzamos el lugar anterior, que debe su nombre a una gran piedra partida por la mitad que encontraríamos en caso de hacer la bajada en dirección al Vadillo, poco antes de cruzarlo.


Desde aquí ya sólo quedan 650 m de desnivel para nuestra cumbre, que parece estar al alcance de la mano, tanto que Lidia, en un ejercicio de excesivo optimismo, calcula que en una hora estábamos arriba. El personal parece encontrarse en plena forma y la euforia hace acto de presencia, a juzgar por los desafíos que empiezan a circular por algunas mentes: que si el año que viene el Kilimanjaro, que si el Aconcagua, que si los Ojos del Salado. Por lo pronto, vamos a subir el humilde Puntal de los Cuartos y en adelante ya veremos.


Diego parece que va a tener suerte, pues aunque se confundió de botas y dejó las cramponables en casa, haciendo de este modo imposible calzarse sus crampones semiautomáticos, la nieve está blanda y hay calvas suficientes como para no tener que usarlos, o al menos eso espera. Queda la duda de la última pala antes de la cima, que sí está más cubierta, pero todo se andará.


Tardamos unas 2 h 15 min hasta cima desde el refugio, con nieve perfectamente transitable y sin usar ferretería en ningún momento. Poco antes de la última parada a unos 2950 m ya podemos contemplar al rey y a su dama, ofreciéndonos esta última su vertiente más cotizada, la cara este o también conocida por tajos del goterón. Superamos un último domo de nieve y ya está, aposentamos nuestros culos sobre el cúmulo de piedras que marca el final y a disfrutar de todos los tresmiles desde el Picón de Jeres hasta el Veleta, en un día con visibilidad perfecta. Al sur, el Mediterráneo; al este, las sierras de Baza-Filabres; al noreste, Cazorla-Segura, la Sagra y Castril; al norte, Sierra Mágina; al oeste -aparte de Sierra Nevada- Tejeda-Almijara, Loja y hasta el Torrecillas de la Sierra de las Nieves.

En cuanto a la denominación de la cumbre de hoy, decir que no hay forma de que los distintos autores se pongan de acuerdo: unos la llaman Atalaya, otros Pico del Cuervo, otros Tajos Negros de Cobatillas, otros Puntal de Juntillas, y otros –la mayoría hoy en día- Puntal de los Cuartos.


Como podéis imaginar los que nos conocéis, todos, los 15, hicimos cumbre; porque sí, porque somos todos unos putos máquinas para empresas tan futiles como ésta, vamos que un aburrimiento y que no sé ni para qué lo contamos.


Iniciamos el descenso con precaución buscando los pasos más difíciles para darle a la cosa un poco de aliciente y no terminar de dormirnos, mientras vamos preparando el terreno para futuras ascensiones de mayor calado. Dirijo mi mirada a la izquierda hacia el Veleta y pienso en las pobres criaturas que a esa misma hora se deslizarán con sus tablas hacinadamente por las escasas laderas esquiables –las pocas que hayan innivado artificialmente, porque de nieve verdaderamente caída, poca, muy poca-. Esta año apunta a escaso en precipitaciones, cosa a la que cada vez estamos más acostumbrados, a diferencia del pasado, generoso como pocos. Por ahí parece que van a ir los tiros, si no a peor, en el futuro: un año bueno y dos malos, más o menos. No por ser esto una auténtica pena y muy perjudicial para casi todo, deja de tener su lado positivo - por buscarle alguno- en el sentido de que calla aquellas voces que no hace mucho clamaban pidiendo ampliaciones y más pistas a diestro y siniestro, reivindicaciones vertidas a mi entender desde la ignorancia y el más absoluto desconocimiento de la realidad de Sierra Nevada. Ojalá permanezcan mucho tiempo callados.


Llegamos a los coches en unas 2 h sin incidente alguno, todos sanos y salvos, como no podía ser de otro modo. En un horizonte no lejano quedamos emplazados para realizar con Juan Antonio Callejón –el mismo que amablemente nos cedió su refugio en Nigüelas y nos guió hasta el Caballo en una nocturna para recordar, y que nos acompañó también en esta ocasión- un breve curso de iniciación a las técnicas invernales y de escalada, que esperamos tenga una buena acogida. En fin, que el asunto tiene buena pinta.

Hasta la próxima...