Ruta desde Lugros, por la Dehesa del Camarate hasta la Piedra de los Soldados y ascenso a La Corona (2.227m.)
(Inma, Ana Belen, Diego, Miguel, Elena, Heny, Rafa).
La excursión no pintaba clara. El día amaneció nublado, Rafa tenía en duda su asistencia, y era el guía, en fin, que estaba cruda. Menos mal que no había que madrugar demasiado. Sin mucha confianza de que se puediera realizar, me dirigí al punto de encuentro. Mientras aparcaba divisé a Rafa, la adversidad se disipaba. También estaban Elena y Ana Belen, minutos más tarde llegaron Inma, Heny y Migue. Unos minutos de cortesía y pusimos rumbo a Lugros.
Por el camino las nubes se fueron haciendo cada vez más
intermitentes y al final gozamos de un día francamente agradable para
caminar. Eso si, no faltó nuestro poquito de despiste hasta llegar a Lugros.
Ring, ring...
-¿dónde estáis?.
-Nosotros ya hemos llegado, hemos ido al pueblo a comprar unas tortas.
-Nosotros hemos cogido otra salida, pero ya nos falta
poco.
A los pocos minutos nos encontramos en el puente sobre el río Alhama,
al lado del cortijo de las Herrerías, donde comenzaba nuestra excursión.
Dimos buena cuenta de las tortas y los bollos de aceite y nos encaminanos a
la acequia que habría de dirigir nuestros primeros pasos al comienzo de esta
ruta.
La conversación durante esta etapa giró en torno a la página web que está
elaborando Inma, que qué nos parecía, que qué podíamos hacer para mejorarla,
que hace falta que la gente se involucre y participe. Que a partir de ahora
toda la información se obtenga a través de la página.
Que si conseguimos aumentar exponencialmente el número de visitas, no nos harían falta sponsor
par el Intercajas, pues con la publicidad nos podríamos costear, que....La
verdad es que el cuento de la lechera se queda corto, pero...
También se puede soñar mientras se camina.
Abandonamos la acequia y seguimos el caude del río Alhama por un camino
plagado de boñigas de vaca, anticipo de lo que nos encontraríamos más
adelante.
Hermosos ejemplares de vacas, terneros y algún que otro toro,
pastando a discreción por nuestro itinerario. Inma dejó de pensar en la
página web y empezó a poner mala cara.
-Si yo sé esto no vengo, con el miedo
que me dan a mí estos bichos.
-Qué no pasa nada, si son mansas.
- Si, si mansas, pero esa me ha mirado de mala manera.
-Que no pasa nada, tú verás como por donde yo paso se apartan, fanfarroneo para inspirar seguridad.
Parece que no se lo traga y se acerca a Rafa, que sin decir ni pío, ya ha
pasado el primer envite.
Mientras Heny-Heidi, va haciendo una remembranza de
cuando ella llevaba a pastar el ganado de su abuelo por tierras de la Ribera
(del Duero). Cuaternario avanzado,... es una datación de Rafa sobre algunos
afloramientos rocosos que nos salen al paso.
Nos acercamos a la cancela que da paso a la Dehesa del Camarate. Antes ya hemos hablado con un amable lugareño que nos ha dejado claro el camino a seguir. En este punto los bichos ya no son mansos. Son de un negro azabache que impone respeto. Menos mal que están cercados, aún así yo no me acercaría demasiado, por si acaso. La intrépida de Elena se lanza a hacerles fotos sin ningún miramiento. Los demás pasamos ligeros sin entretenernos demasiado.
La verdad es que el camino está muy clarito, se puede transitar con
vehículos y debe haber sido empedrado no hace mucho, pues el rústico
pavimento se halla en muy buen estado.
Todo el camino discurre por un encinar realmente espléndido, en el que se intecalan una gran variedad de
especies arbóreas y de matorral, también hay roble pirenaico y con las
recientes lluvias lucen un magnífico aspecto. Las zonas de pradera están
tapizadas de un verde intenso, salpicadas por lindas florecillas de los más variados colores.
Las fotos no consiguen plasmar la belleza de la que somos testigos.
A medida que vamos cogiendo altura, la vegetación va perdiendo fuste,
hasta encontrarnos con el enebro, el sabinar, y el
piornal, viejos conocidos de nuestras andanzas montañeras.
En torno a los 1800 mts. de altura, nos encontramos con una placita de
toros,
un tentadero bien conservado donde Heny-Torera nos deleita con unos naturales de quitarse el sombrero,
como trastos de torear utiliza el bastón
y la bandera andaluza que llevamos a Tenerife. Los flashes no dan abasto y
la verdad es que nos sentimos más relajados, pues caso de toparnos con algún
toro bravo, ya sabemos quien nos va a sacar del apuro.
A poco de atravesar la plaza, se acaba el camino que traemos y decidimos trochar
por medio del monte
hasta alcanzar una de las cumbres que nos habíamos trazado como meta,
"La Piedra de los Soldados", que según me comenta Rafa, también se denomina en
algunos mapas el Alto de Las Catifas, con lo que hemos conseguido el
objetivo de nuestra excursión. Heny, después de los naturales, ha decidido
no hacer el último tramo, y nos espera en unas peñas que hay más abajo.
Desde nuestro mirador, justo enfrente se pueden contemplar los Lavaderos de
la Reina, y una vista de la sierra que corta el hipo.
A la vuelta, para no perder las buenas costumbres, unas birritas en el pub
de moda de Lugros, con unas tapas de chorizo ibérico con bollos de aceite de
los que nos había sobrado por la mañana, que ya las quisiera el Buli."
Comentado por Diego