Hoces de Duratón

Comentado por Miguel

26 de Febrero de 2011

Rumbo a las Hoces del Rio Duraton

(Pacoto, Loli, Manolo, Ana, Gonzalo, Elena,Miguel, Lidia, Heny, Luis y Celia, Pacoto, Verónica, Alonso, Paco, MªAngeles, Antonio, Fina, Alicia, una pareja amigos de Antonio)


Como es normal para nuestra peña, el punto de encuentro era el Cubo, pero por diferentes motivos la mayoría de los senderistas nos reencontramos en un área de servicio, que a mí me recordaba mas a las salas de espera de un aeropuerto, para tomar un merecido desayuno. En mi caso, siempre con algo de chocolate.

Con el reagrupamiento, pusimos dirección Madrid, unos cogimos la M30, otros las M40, otros M45, yo que sé cuantas son… Los que no teníamos a nuestro amigo gipi, nos costó mas pasar Madrid, con algún que otro embotellamiento.

Ya en la senda adecuada se llegó al precioso pueblo de Sepulveda, al magnifico Hotel Vado del Duraton, y al restaurante Fogón del Azogue, que tras una copiosa comida con las viandas típicas de la zona, cochinillo, cordero, ponche segoviano, etc, procedimos a dar una vuelta por el pueblo, para localizar la Casa del Parque Natural de las Hoces del Río Duraton, para realizar las reservas para la Senda Puente de Talcano-Puente de Villaseca del día siguiente y obtener los planos para realizar la Senda de los Dos Rios.

Esta última comienza en el mismo centro del pueblo, llegando a la Iglesia de la Virgen de la Peña, con un magnifico mirador, cogimos la senda y pasamos por una calzada romana, desde donde se podían ver unos cortados, que son los que albergan los nidos de los buitres leonados, mas de uno vimos. Siguiendo el sendero entre chopos y pasando diferentes puentes, vimos la unión de los ríos Casillas y Duraton, comenzamos la ascensión desde el Puente de Talcano, que será referente para la excursión del día siguiente. Un agradable paseo por el campo en el atardecer de Castilla.

De nuevo otra comilona, después algunos nos retiramos a hora prudente, mas por cansancio arrastrado de la semana que por otra cosa, y otros siguieron la senda de la noche, llena de baile y diversión

27 de Febrero de 2011

Comentado por Loli

Senda Larga, desde el Puente de Talcano hasta el puente de Villaseca
Senda de la Molinilla y cueva Siete Altares
Ermita de San Frutos
Pedraza

El día comenzaba para unos más temprano que para otros. Que se lo pregunten a Pacoto y Antonio que fueron los encargados de dejar un coche en el puente de Villaseca que transportaría después a los conductores hasta Sepúlveda para reagruparse nuevamente.

Las normas del Parque Natural de las Hoces del Río Duratón así lo indican: solamente pueden cruzar esta senda cinco personas cada veinte minutos. Tuvimos por tanto que hacer cuatro grupos. El primero comenzaba a las 9,20 (primera hora permitida) y el último a las 10.20 h.

Se trata de una zona protegida porque en estas fechas (desde el 1 de enero al 31 de julio ) están anidando los buitres y necesitan silencio y tranquilidad.


El primer grupo ( Ana, Gonzalo, Elena, Manolo y Loli) teníamos que estar a las 9.20 h. en el puente de Talcano, en Sepúlveda, ( puente romano del que se conserva solo un arco original y por el que no está permitido pasar, al lado hay un puente por el que normalmente se transita) pero buscando panadería, para los bocatas, se nos hizo algo tarde y todo preocupados y con nuestro papel del centro de visitantes en la mano eran pasadas las 9.30 cuando pasamos dicho puente. Se supone que aquí hay un guarda que nos revisa el pase, pero no hay nadie, solamente algunos pájaros en las alturas. Al poco de comenzar a andar llama Migue diciendo que están al inicio de la senda, ( el segundo grupo todo puntual: Miguel, Lidia, Heny, Luis y Celia) y que no hay nadie que les revise el pase, y así pasó con los otros dos grupos, Pacoto, Verónica, Alonso, Paco y MºAngeles y Antonio, Fina, Alicia y una pareja amigos de Antonio.


Tanta parafernalia que montamos en el día anterior y ¡no nos revisan el pase!. Allí no había ningún guardia, ni a la entrada, ni a la salida, ni en todo el recorrido. Pero quien sabe, lo mismo el guarda estaba camuflado de buitre leonado vigilando nuestros pasos.


Esta senda es de 12 km. de recorrido lineal con un desnivel de ¡¡¡ 40 metros!!!, bordeando casi siempre el río Duratón por su margen derecha ( ¿ o era la izquierda?). Todo esta senda permite contemplar a placer el ecosistema de ribera característico del parque, sabinas, enebros, sauces, álamo blanco, alisos, majuelos, fresno, chopos Lombardo y olmos, acompañados de juncos, carrizos, zarzas, rosales silvestres, hiedras, fresas silvestres y un tupido manto de hierba (se trata de un oasis dentro de la meseta segoviana).


Toda esta enumeración de flora me la han chivado porque más allá de los chopos y álamos no alcanzamos a distinguir las distintas especies. En varias ocasiones Ana y yo comentábamos, ¿ será un álamo?, ¿ Será un chopo?, pero es que no llevábamos al lado al “mierdólogo” oficial tan experto en variedades arborícolas, arbustivas y herbáceas.


El recorrer esta senda te permite ir contemplando los bellos paisajes que el río va dejando,los farallones y cortados de las hoces en dónde el agua ha ido dejando su huella erosiva y


en dónde se encuentran las buitreras, el vuelo majestuoso de los buitres leonados,


el fluir manso y limpio de las aguas del río, ( vale algunas veces las aguas estaban como de color marrón, pero era por las pasadas lluvias),


unas cuantas fuentes de agua limpia y fresquita ( agua no tratada como bien indican los carteles), pisar las hojas secas que el pasado otoño ha dejado,… . También es buen tratamiento para los espíritus nerviosos ya que proporciona momentos de mucha paz y tranquilidad.


Todo este paisaje tan desolado, pero no por ello exento de belleza, te da por pensar en como tiene que ser en primavera cuando los majuelos florezcan y los árboles se llenen de sus hojas con distintos tonos de verde y sobre todo en otoño cuando alcance su mayor vistosidad cromática.


Así, casi sin darnos cuenta llegamos hasta el puente de Villaseca situado, al igual que el camino que acabamos de cruzar, en las profundidades de las hoces del río Duratón.

Antes de llegar al mismo puente se pasa por la cueva de los Siete Altares, la cual, según los escritos es “ una iglesia rupestre de época visigoda en la que se puede distinguir dos capillas, un altar excavado en la roca. En la capilla interior presenta tres altares excavados en la roca con hornacinas adornadas con motivos geométricos”, Pero yo, que queréis que os diga, no vi absolutamente nada de esto, aquello estaba más negro ….


Mientras los sufridos conductores iban a Sepúlveda a por los coches el resto iniciamos la ruta de la Presa de la Molinilla.


Esta ruta es corta, no llega a los 2 km. y a lo largo de ella se disfruta de similar paisaje que en la Senda Larga, que acabamos de andar y tiene varios hitos indicando otras tantas cuevas ( Cueva del Cura, Cueva de la Parra, Cueva del Santero) y finaliza en lo que antes era la presa de la Molinilla. A partir de aquí ya no está permitido el paso.

Ya con suficientes medios de locomoción nos trasladamos hasta Villaseca para, a través de un camino polvoriento, dirigirnos al sitio más conocido de este parque natural, la Ermita de San Frutos.


Desde el parking hasta la ermita hay un recorrido de 800 m. atravesando este ecosistema conocido como “la paramera”, algunos bosques de sabina albar y enebros y matorrales como el tomillo y la salvia. En todo este caminar y asomándonos a un mirador podemos disfrutar del paisaje tan hermoso que forman los meandros del río Duratón,


hundidos entre los tremendos cortados del cañón que ha ido formando a lo largo de los años.


El final de este camino te lleva hasta un espolón rocoso, rodeado de precipicios, sobre el que se alza la ermita de San Frutos.


Se trata de una construcción románica del S.XII y se accede a través de un puente de piedra sobre una profunda grieta que denominan “La Cuchillada”, (cuenta la tradición que San Frutos la abrió con su bastón para que los moros no llegaran al monasterio) y antes de entrar a dicho recinto se pueden observar algunas tumbas antropomórficas.


En este priorato se hospedaban San Frutos y sus hermanos San Valentín y Santa Engracia dedicados a la vida contemplativa. Y es que el paisaje no es para menos, da mucho de sí para estar contemplando esta maravilla. Pero parece que será otro día porque el viento helado empuja todo lo que puede, así que , una vez visto todo ello, decidimos volvernos porque los estómagos estaban ya protestando.

El grupo de Paco y Pacoto se vuelven para el Hotel, Antonio se había marchado antes con los amigos segovianos. El resto aprovechamos una bajada de potencia del viento y a la recacha de unas piedras y un gran enebro decidimos tomarnos algo de alimento.

En todo el recorrido de la mañana hay que decir que nos faltaron las sabias explicaciones del ausente “Cucuito” sobre todos estos fenómenos kársticos.

Después de comer normalmente llega la hora del café, ¿dónde tomarlo?. No parece haber nada parecido a una cafetería por estos parajes y ya en el coche camino de Sepúlveda, hay cabezas que parecen molinillos y sugieren ir a tomar café a Segovia, ¡jolines, no, que estamos muy lejos!, pueeeeeeees a ¡ Pedraza! . Mano al mapa, no está muy lejos- Así que después de desplegar todo un arte en la tarea de convicción para allá que nos encaminamos. Esto va por algún “personaje” de la historia, el resto no os deis por aludidos.

Desde la misma entrada al pueblo de Sepúlveda nos encaminamos a este bonito pueblo que creo que está a unos 35 km. para tormento de Lidia que siempre que visita esta zona acaba en Pedraza, y no es que no le guste el sitio, no, es que ¡ya lo ha visto muchas veces!, y con los muchos pueblos que hay en Segovia siempre acaba en Pedraza. Pero bueno, tiene que estar contenta que descubrió otro sitio distinto dónde tomarse un café.

Estábamos delante ya del castillo cuando los del coche de Lidia llegaron, poco espacio de tiempo teniendo en cuenta que la mayoría del trayecto lo hicieron con el freno de mano a “un punto”, pero que conste que no era Lidia la que conducía.


A todos nos encantó este pueblo lleno de casas de hidalgos, de palacios blasonados, iglesias, muchas tiendas para turistas y pintorescas calles,


cuyo peculiar entramado se extiende sobre una meseta amurallada, vigilada por su castillo, bordeada por el arroyo del Vadillo y con la llamada Puerta de la Villa, encima de cuyo arco estuvo la Cárcel de la Villa, ahora visitable, pero costaba la entrada 3 euros y no teníamos tiempo.


Su Plaza Mayor es una de las más hermosas de Castilla.

El día estaba finalizando y tuvimos que volver al hotel en Sepúlveda para la cena. Después paseo nocturno para ver los edificios iluminados con un frío cortante que te llegaba a los huesos y este frío era el preludio de lo que a la mañana siguiente el destino nos regaló.

Toda una estampa preciosa de Sepúlveda cubierta de nieve.