Astronomia en la Alcauca

La hora de salida estaba prevista para las 18:30, previamente quedamos con los primos y con Migue y Dani. Nos dirigimos al punto de encuentro y establecimos los primeros contactos. Salimos en dirección al pantano de los Bermejales, con reagrupamiento a la entrada de Alhama. Posteriormente nos volveríamos a reagrupar en la venta de la Alcaicería, donde ya se había perdido uno que había ido a parar a los ventorros de Alhama. Después de unas cuantas llamadas por los móviles, a 4,400 Km. nos desviamos por un camino forestal que nos llevaría a nuestra zona de acampada: La Alcauca, uno de los tres puntos donde está permitido acampar en nuestra provincia. Por el camino las nubes pasan raudas, como si quisieran anticiparse a nuestra llegada para darnos la bienvenida.

Elegimos nuestro punto de acampada, una zona con vistas y alejada de posibles roncadores, y nos dispusimos a montar las tiendas. Qué maravilla, esta tiendas iglus se montan en un pis pas, y quedan la mar de monas. Cuando salimos de Gabia el tiempo era despejado y caluroso, pero al llegar aquí, no es que haga frío, pero la temperatura ha bajado considerablemente, y la borrasca se nos ha instalado encima. No obstante, Mari Angeles, una de nuestras anfitrionas, monta ufana el telescopio, por si las moscas.

Llega el momento tan deseado de la observación de la bóveda celeste, pero el tiempo no ha cambiado, como alternativa, Mari Angeles nos da una charla sobre los planetas que componen el sistema solar. Creo que me quedo en Marte, Juan, el cuñaaaooo, me chista al oido: que está celebrando su santo, ha traido una botellita de ron y cocacolas. y discretamente los mayores nos alejamos de la conferencia y nos disponemos a celebrar la onomástica con un brindis para la ocasión.

Después de tres pelotazos, volvemos a la conferencia, qué barbaridad, estos chicos van a una velocidad de vértigo, creo que ya están por Júpiter. Tanta velocidad nos abruma, creo que nos vamos a tomar otro pelotazo para poder soportarlo.

Y, así, pelotazo va, pelotazo viene, vamos pasando la velada. Cuando todo acaba nos metemos en nuestras respectivas tiendas, menos mal que no tienen cerradura, y a dormir como unos benditos. ¿quién dijo que el suelo estaba duro?.

Cuentan algunos intrépidos que a las 5 de la mañana despejó y se pudo observar algún que otro planeta.

Al clarear el día comienzar a oirse los primeros murmullos, la chiquillería ya está en pie. Son las siete de la mañana, adónde van estos inconscientes. Me resisto, pero a las siete y media no hay manera de pegar ojo, así que me pongo en pie y al aseo, donde meto la cabeza debajo del chorro de agua fría, a ver si se me pasa la melopea. Parece que funciona. Me encuentro en forma y me alejo del campamento a correr un poquito. Por el camino me encuentro con Luis, uno de los organizadores y con un amigo, que también han salido a correr. Sudamos un poco la camiseta y a la vuelta nos proponemos organizar una excursión por los alrededores.

Los míos están un poco desesperados y decidimos salir un poco antes a investigar el terreno. Tras unas tres horitas de caminata volvemos al campamente, comemos, desmontamos las tiendas y despues de las despedidas, de vuelta al hogar, dulce hogar. La experiencia ha valido la pena, y tenemos una magnífica excusa para volver en otra ocasión, a ver si podemos observar lo que veníamos a observar.


Comentado por Diego