Dos Cruces

24 de Marzo de 2012

Comentado por Javi

Nos encontramos a las 8:30h en el Cubo un grupo de Andarines, dispuestos a adentrarnos en plena Sierra de la Alfaguara, en una ruta guiada por Loli.
A la hora de la cervecita se unió Naxo, que llego tarde al Cubo y tuvo que realizar la ruta en solitario.

(Loli, Elena, Mercedes, Rosa, Miguel, Diego, Elena, Javi, Mati, Luís, Encarni, Jose Miguel, Raquel, Inma, Inma, Silvia, Antonio)

De vuelta a las trincheras


Cuando salí de casa chispeaba, y a punto estuve de rajarme. últimamente estoy algo desganado y la lluvia me pareció un buen pretexto para faltar a la cita. Afortunadamente hice un pequeño esfuerzo y a las 8:30 me presenté en el cubo dispuesto a desterrar la pereza y desentumecer las piernas.


Partimos hacia Puerto Lobo 16 andarines. Una vez allí encaminamos nuestros pasos hacia las trincheras del Maullo.



Hicimos un rápido recorrido por los parapetos poniendo mucho cuidado en no causar desperfectos, porque como dijo alguien 'vamos a cuidarlas, que con la que está cayendo lo mismo hay que a ponerlas operativas'. A mi se me ocurrieron tres o cuatro nombres de candidatos con los que volvería por allí para dar un 'paseillo'. Pero no dije nada.


Desde aquí volvimos sobre nuestros pasos para tomar el carril que lleva al Sotillo. Al poco rato nos desviamos y cogimos la cuesta de la Umbría.


Comenzamos el ascenso (algo menos suave de lo que yo recordaba) y en poco menos de media hora llegamos a una pequeña explanada desde la que iniciaríamos la subida a la primera de las cruces: La Cruz de Viznar. Una rápida ascensión, una no tan rápida sesión de fotos, un rápido descenso...,


y de nuevo en la explanada - ¡bocata de calamares par titi!. Se está convirtiendo en todo un clásico.



Puestos nuevamente en marcha, dirigimos nuestros pasos hacia el segundo objetivo: La Cruz de Alfacar.

Llegamos sin problemas por una cómoda vereda. Dimos un repaso a nuestros amplios conocimientos de la Sierra de Huetor (...aquello es el Peñón de la Mata, ...aquello el Majalijar,...aquello es... ... No Ana, aquello no es el Lucero). Un par de fotos después iniciábamos el descenso para dirigirnos al tercero de los puntos de paso de nuestro recorrido: La Majada de la Zorra. Lo habíamos divisado en la lejanía y nos pareció que llegar hasta él iba a ser un paseo. Sí, ¡una marcha triunfal! A partir de aquí empezó la aventura.


La bajada de la cruz, ya fue bastante más complicada que la subida. Pero lo conseguimos. Llegamos a un espeso pinar que comenzamos a atravesar convencidos de que en un ratito estaríamos en La Majada.


Al final fueron dos ratitos, porque siguiendo nuestra natural inclinación a abandonar los caminos fáciles para explorar nuevos terrenos, nos desviamos por lo que parecía la insinuación de una vereda que en siglos pasados debió estar muy transitada.


Con cada paso que dábamos la insinuación de la vereda se iba reconvirtiendo en un ligerísimo amago de trocha cabritera. La vegetación se espesaba y la trocha acabó por desaparecer.


Vuelta atrás para coger nuevamente el camino fácil que no llevaría ¿en un pis pás? hasta la Majada de la Zorra. ¡Por supuesto!... Cuando nos quisimos dar cuenta nos encontramos avanzando por un mar de chaparros, rodeados de ramas y espinos, que nos impedían ver lo que había un metro por delante.


Como siempre salimos airosos del trance y finalmente llegamos a la Majada de la Zorra. Llegamos por donde teníamos que salir, pero llegamos. Dando más rodeos que la zorra buscando su majada. Pero ilesos.


Debajo de un inmenso ejemplar de pino pinaster, cobijados de la llovizna que empezaba a caer,....


dimos cuenta de los distintos manjares que habíamos traído para la ocasión. Hecho lo cual, nos fuimos por donde habíamos venido.


Después de un cómodo paseo llegamos a la Cueva del Agua. Estando allí, la lluvia empezó a apretar.


Desplegamos nuestro vestuario más invernal (paraguas, capas, neoprenos -si no lo digo reviento: ¡estrené un chaleco heredado de mi enano! - )e iniciamos el camino de vuelta.


Nos cruzamos con Naxo (que llegó tarde al cubo y decidió hacer la ruta en solitario) y proseguimos con paso firme y seguro hacia nuestro destino final: Puerto Lobo. El círculo se había cerrado.

Había estado más de un mes sin salir con la peña. Y la verdad es que escogí la mejor excursión para ponerme de nuevo en rodaje. Todo acompañó: El tiempo, el entorno, la compañía, el bocata de calamares, ... y en El Fargue ...la cerveza!.

Afortunadamente desterré la pereza y decidí acompañaros. ¡Todo un acierto!