Refugio del Poqueira

Del 23 al 24 de Junio de 2017
Promotor: Miguel Serrano
Comentado por Gemma

Bueno ante todo dar las gracias por la excursión, y aclarar que esto no es un relato fiel, es cómo viví yo esta experiencia, cada uno de vosotros tendrá la suya propia, la próxima vez que me toque hacer la crónica avisarme al principio y así tomo notas jijijiiji.

Y llegó el día más largo del año, el 23 de Junio cayó en Viernes. Tras fluctuar el número de andarines para la excursión y bromear con el número 13 ahora si ahora no, yo me creí todo el tiempo que al final fuimos doce, pero al hacer el recuento para escribir la crónica me he dado cuenta de que éramos 13 jajajajaja , era nuestro sino y lo pasamos en grande:

Refugio del Poqueira

(Migue, Inma, Loli, Nacho, Jose Antonio, Marilú, Katy, Gonzalo, Mariano, Antonio, David, Miriam, Gemma)

Nuestra primera prueba fue quedar a las 16:00 horas en el cubo, con un calor aplastante debíamos estar en los 40 o cerca. Nos repartimos en los coches y rumbo a Capileira. Al acabar el pueblo paramos un momento frente al restaurante Casa Paco López que aunque no entramos nos enamoró con su verde, sus macetas, su césped, sus vistas…allí se nos unió Gonzalo que venía directamente de la playa. Continuamos un tramo de carril que levantaba mucha tierra…los coches quedaron…y llegamos a un rellano frente a la Acequia Alta donde los dejamos aparcados.

Cargados con toda la comida, sacos, sábanas…y muchas ilusiones comenzamos a caminar sobre las 18:00 siguiendo la acequia, al principio estaba seca pero luego tenía agua todo el tiempo lo que hacía muy agradable caminar por allí. Había muchas matas por el camino, algunas con pinchos, tenías que ir con atención y fijándote. También había muchas maripositas pequeñitas, celestes, brillantes y violáceas, las más bonitas que nunca he visto. El sol cada vez apretaba menos, con el sol inclinado del atardecer se veían muchas telas de araña en la acequia, perfectamente tejidas como obras de arte con sus dueñas y todo. Se dejó ver un gigantesco sapo marrón, gordo y más grande que un puño se movía con sosiego.

Camino del Refugio del Poqueira

Felices andábamos bordeando la acequia, atentos pues había a veces desnivel al pisar y matorrales que apartar si no te querías pinchar, también pasamos un trayecto con muchas ortigas y para los que llevábamos pantalón corto…

Acequia en el Refugio del Poqueira

En algún momento había que cruzar la acequia y comenzar a subir. Hubo un punto en el que para seguir el sendero había que pasar uno de los matorrales altos llenos de pinchos o mojarse los pies o cruzar al otro lado. Había dudas de si era por allí por donde se cruzaba y se comenzaba a subir. Migue y Jose A. cruzaron, le siguió Marilú y yo también crucé, no me quería pinchar y más con el pantalón corto. Los demás pasaron de espaldas dándole con las mochilas a las matas, alguno metió la bota en el agua, y continuaron por el sendero junto a la acequia.

Nosotros cuatro nos separamos del resto del grupo, comenzamos a subir campo a través la montaña sin sendero, subíamos y los veíamos abajo, luego ya dejamos de verlos. La subida fue dura y con una mezcla extraña de sensaciones. Subíamos, subíamos, subíamos…y el refugio nunca se veía. Miguel el primero se adelantó para buscar la dirección, yo le seguía como podía, un pelín más atrás Jose Antonio y Marilú. A ratos no veía ni a uno ni a otros, seguía subiendo campo a través, el sol se escondía tras las montañas, aún no sabíamos con certeza el camino, el día se iba…y en medio de la majestuosidad de las montañas y la preciosidad del atardecer había una grandeza simple que no se puede explicar, unos pájaros piaban, una lagartija cruzaba…no sientes preocupación ni cansancio, solo estas allí, formando parte de todo lo que te rodea en ese instante.

Por fin Miguel que subió a la siguiente loma gritó: es por aquí…veo el refugio… venir aquí. Le seguimos hasta allí, cuando vimos el refugio nos dio mucha alegría aunque aún quedaba camino. Al cruzar en dirección al refugio se nos volvía a perder de vista, pero allí, asomando en lo alto de una cresta estaba Inma, con su camiseta roja, como una bandera, como un faro, como una señal de que el refugio estaba detrás. El grupo que continuó por la acequia estaba ya llegando al refugio, Inma se asomó a buscarnos e indicarnos el camino. Cerca de las 22:00 llegamos al refugio de Poqueira, exprimiendo el día más largo del año hasta el final.

Yo no conocía el refugio, es como un hotelito en la alta montaña. Nos pusieron a todo el grupo en una habitación para nosotros solos. Sentados en el porche nos tomamos nuestro merecido refresco, cerveza…nos quitamos las botas y nos instalamos.

Refugio del Poqueira

Cuando quedó sitio en el salón hicimos despliegue de todos los manjares, tortilla de patatas, embutidos, queso de Montefrío, pollo empanado, croquetas, empanada, ensalada de pimientos, hornazas, cuscús…deliciosa fruta ya pelada y partida…y..ta chan!!! ¡¡¡espectacular tarta Sacher increíblemente perfecta!!!

Miguel se retiró a la cama sin poder probar nada, la cerveza sin alcohol que tomó al llegar le sentó mal. Los demás cenamos ese festín, compartiendo comida, anécdotas y risas. Y en medio de la cena llegaron por fin y se incorporaron al grupo David (el cuñadísimo de Gonzalo) y Miriam, que venían de Sevilla.

Terminada la cena y tomado nuestro trozo de tarta, nos abrigamos, nos pusimos los frontales, el de Mariano era increíble, alumbraba y deslumbraba una barbaridad, y nos fuimos a ver las estrellas. En realidad aunque no lo veamos en la ciudad, no hay casi un roal en el cielo sin estrellas, el cielo así es un ooooohhhhhh y un aaaaahhhhh madre mía. El carro se veía de inmediato sobre nosotros, la vía láctea, planetas (no titilaban) pero no sabíamos cuales serían, otra nos pareció que podía ser Orión el cazador, nos parecía ver claramente el arco… aunque no hace falta nombres para sentir esa grandiosidad del Universo (otra vez estoy con las cursiladas).

Y como Cenicienta a las 12 a la camita me fui, me dio un sueño…Los demás no se tardaron mucho más, fuimos muy formalitos, ni guerra de almohadas no copichuelas…Dormimos bastante bien y por la mañana antes de las siete nos estábamos poniendo en pie. Aunque habíamos cenado mucho y no teníamos mucha hambre, teníamos pagado el desayuno en el refugio y como está todo ahí a mano para coger lo que quieras…pues siempre desayunas más.

Marilú y Katy, nos comunicaron esa mañana que se quedaban en el refugio, que no se veían en condiciones de hacer la ruta, que ya inventarían algo por ahí abajo. Los demás a las ocho estábamos en marcha subiendo por el río Mulhacén rumbo al refugio de la Caldera, y quién se animara pues a continuar hasta el Mulhacén.

Creo que el exceso de comida nos pasó factura y al principio se hizo muy pesada la subida. Loli no se sintió muy bien pero como una campeona continuó y se superó para ver si se le pasaba. Conforme pasa el tiempo caminando los distintos ritmos se van notando, los que marcan el ritmo delante, los que le siguen, los que buscan el suyo propio más atrás y Nacho que como siempre esperando, ayudando, y dándose. Reconozco que los de más atrás no nos pudimos aguantar la tentación de pararnos un momento y hacernos unas fotos cuando pasamos por unas bonitas lagunillas con el reflejo de las montañas.

Subida al Multasen desde el Refugio del Poqueira

Y así quedó un grupillo más adelante formado por Antonio, Mariano, Gonzalo, Jose Antonio, David y Miriam, y un poco más atrás Migue, Nacho, Inma, Loli y yo.

Cuando llegamos al punto de decidir si seguíamos hacia La Caldera o subíamos al Mulhacén ante las dudas que nos surgían Migue nos animó, él iría a nuestro ritmo, esperaría al último y le iría marcando el ritmo y decidimos intentarlo. Los demás habían ido hasta la Laguna de La Caldera y algunos (Antonio, Mariano y Gonzalo) subían ya por el Collado del Ciervo, Jose Antonio que bajaba al vernos se nos unió. Así que allí estábamos todos juntos de nuevo menos David y Miriam subiendo al Mulhacén por la cara oeste. Subida de esfuerzo, de hablar poquito, de pararse a ver el paisaje desde las alturas de vez en cuando para recuperarse. Y pasito a pasito unos antes otros después todos los que íbamos coronamos la cima. Fue emocionante, bonito, satisfactorio y muy alegre. Nos hicimos nuestras foticos y disfrutamos de nuestro tiempo de descanso y paz.

Subida al Multasen desde el Refugio del Poqueira

Yo particularmente no recuerdo tomarme un bocadillo tan a gusto en mi vida. Qué alegría ver a Loli llegar, cuando empezó el día no podía y estuvo a punto de abandonar y mírala allí estaba a 3480 metros de altura feliz como una perdiz ¡¡oleee esa Loli!!! Y llegaron también David y Miriam, desde aquí mi más sincera admiración por Miriam que no hace senderismo nunca y su primera vez va y sube al Mulhacén, su esfuerzo, valentía y simpatía. Y por supuesto el gran detalle de David que sacó de su mochila vasitos de plástico y una botella de vino dulce para brindar en la cima, gracias por cargar con ella y por ese momento del brindis, lo bien que sentó y lo a gustico que bajamos.

Subida al Multasen desde el Refugio del Poqueira

David y Miriam decidieron volver por la loma del Mulhacén decían sería más suave, y los demás volvimos por el mismo camino que vinimos. A la vuelta Inma, Nacho y yo nos acercarnos al refugio de La Caldera que a la ida no habíamos llegado hasta allí.

Y así, escalonadamente, fuimos llegando al refugio de Poqueira, allí descansamos y comimos lo que quedó de la noche, que no era poco. Nos dijeron que el dueño del refugio había llevado a Katy y a Marilú hasta la parada del autobús y se habían ido a Capileira a pasar un estupendo día alpujarreño. Lo más espectacular de la comida volvió a ser el postre, increíbles roscos que hizo Inma riquísimos…de rechupete…uhmnnn solo recordarlos… David y Miriam llegaron al refugio cuando ya nos marchábamos, nos despedimos ya de ellos hasta otra.

Bajamos hasta la Acequia Alta y la recorrimos a su lado hasta los coches. Reconozco que se hizo eterna y larga, supongo que siempre es mejor cuando vas que cuando vuelves que ya estás más cansado y además pillamos todas las horas de calor del al mediodía. Algunos no nos pudimos resistir a mojarnos los pies en la acequia un momento en busca de alivio.

A las seis llegamos a los coches, cansados, sedientos y felices. Algunos paramos en Capileira a tomar un refresco y nos volvimos a Granada por Orgiva ya que Lanjarón tenía el paso cortado por fiestas (pasacalles La Pública) hasta las nueve de la noche.

Y esto es todo amigos, repetir mi agradecimiento por los momentos compartidos en esta excursión y todas a las que he tenido la suerte de poder asistir en este mi primer año con esta estupenda peña.

Feliz verano.

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Video Realizado por Nacho

 

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