Subida al Caballo

1 de Octubre de  2016
Promotor: Miguel Serrano
Comentado por Ana Ariza

Como habíamos concertado, a las 7 de la mañana, nos reunimos en el cubo un grupo de 10 andarines con ganas de hincar el diente al tres mil más occidental de nuestra sierra, El Pico del Caballo: Diego, Miguel, Eva, Gema, Antonio, Silvia, Joaquín, Miguel Ángel, Magdalena y Ana. Nos repartimos en tres coches y partimos hacia el inicio de la ruta, la Hoya de la Mora.

 

Ascenso al Caballo(Diego, Miguel, Eva, Gemma, Antonio, Silvia, Joaquín, Miguel Ángel, Magdalena, Ana)

Hacia las 8 de la mañana, iniciamos el ascenso con los colores rosáceos de un bonito amanecer. Pasamos por la virgen de las nieves y continuamos vereda adelante dejando a nuestra derecha la zona de Borreguiles, hasta coronar el collado que nos llevaría a la laguna de las Yeguas y donde paramos para reagruparnos, aquí ya se intuía la escisión futura del animoso grupo.   Tas pasar la Laguna de las Yeguas y los Lagunillos de la Virgen, iniciamos el ascenso por el sendero que discurre debajo de los tajos de la virgen. Es un sendero bien marcado que no ofrece problema para seguirlo, hasta desembocar en el refugio de Elorrieta.

Ascenso al Caballo

Una vez en el refugio, hacemos una parada de unos 15 minutos para tomar una fruta y admirar la impresionante panorámica que se ofrece a nuestra vista; por un lado tenemos frente a nosotros la cresta que nos llevará a nuestro objetivo y por otro, una bellísima panorámica del Valle del Rio Lanjarón y la laguna donde nace, a nuestros pies; y un poco a la izquierda, una bonita y para mí inédita vista, del Veleta y el Mulhacén. Este refugio se construyó entre 1931 y 1933, debiendo su nombre al antiguo Director General de Montes, D. Octavio Elorrieta.

Ascenso al Caballo

Con su ubicación a 3187 m. es el refugio más alto de la península. En este punto, nuestro compañero Joaquín, decide dar por finalizada su aventura, una noche sin descanso y las pequeñas secuelas que aún quedan de la reciente ruta por los Carros de Fuego, pasan factura.

Los nueve restantes, desandamos un pequeño tramo del camino para coger el sendero que nos ponga en ruta de nuevo pero ¡sorpresa! no lo vemos y decidimos cortar por lo sano y tomar por donde mejor entendemos. No tardamos mucho en dar con el sendero de marras y ya desde aquí, es cuestión de seguirlo. Tras subir y bajar un pequeño pico al inicio, el camino no ofrece mucha dificultad, excepto en un tramo en que tuvimos que usar las manos para pasar unas rocas. Por la cresta, las vistas hacia las dos vertientes, son impresionantes, una autentica gozada, aunque casi no hubiera tiempo de hacer ni una foto. En nuestro avance pasamos por el Tozal del Cartujo, otro tres mil de sierra nevada (3151 m.) Pero pasamos de largo porque el largo recorrido de la ruta, no nos permitía entretenernos. Aquí, nuestros compañeros, Miguel Ángel y Magdalena, deciden abandonar y vuelver sobre sus pasos.

Ascenso al Caballo

Según avanzamos, tenemos de frente una vista de Tajos Altos y hacia abajo, en la vertiente del Rio Lanjarón, la Laguna Cuadrada. Maravillosas vistas todo el recorrido. Nos vamos acercando a nuestro objetivo, lo tenemos a tiro de piedra y es un espectáculo de entorno el que se despliega ante nosotros. Aquí, Eva, Gema y yo, sí paramos a hacer unas fotos, no podíamos dejarlo pasar aun a riesgo de quedar rezagadas, pue Miguel y Diego, seguro que ya habían coronado el Caballo y Silvia y Antonio los llevábamos también delante pero, merecía la pena. Al
pie del susodicho pico, Silvia y Antonio decidieron no coronar e iniciar directamente, la bajada a la laguna y refugio del mismo nombre.

Así que, las tres continuamos ascenso hasta la cumbre, donde nos esperaban Diego y Miguel, seguro que totalmente descansados, y donde aprovechamos para tomar algún alimento y reponer fuerzas, ya que nos esperaba todavía una vuelta larga y pesada y para hacer alguna foto de recuerdo. La panorámica desde la cumbre era majestuosa.

Ascenso al Caballo

Enseguida, iniciamos el descenso y poco después, al llegar a un collado a la derecha, cogimos un empinado y apenas perceptible sendero que bajaba hasta la Laguna y Refugio del Caballo, donde nos esperaban Antonio y Silvia. Bordeando la laguna, un sendero nos llevó hasta coger la Verea Cortá que es por donde íbamos a hacer la vuelta. Situada a media altura de la ladera de la montaña que da al Valle del Lanjarón, esta vereda parece ser que se hizo para facilitar el trasiego derivado del intento de repoblar estas laderas, que en algún momento se llevó a cabo. Su nombre se debe a que en el transcurso de la misma, hay un paso en que la verea desaparece y hay que cruzarlo cogido a unas cadenas y apoyando los pies en los salientes dela pared, yo solucioné el aco…ngoje, no mirando abajo ¡tampoco fue tan difícil!

Ascenso al Caballo

En el transcurso de la verea, antes del paso de la cadena, pasamos junto a la Laguna Cuadrada y poco después del paso, por la Laguna de Bolaños, que estaba seca y según Antonio, era la primera vez que el la veía sin agua. Hubo que hacer un par de subidas, que debido a la altura a la que estábamos, se hicieron algo penosas y más adelante, cruzamos el rio Lanjarón para iniciar el ascenso al refugio de Elorrieta por la otra cara del valle, por una zigzagueante y larga senda. Una vez en el refugio, y tras comprobar que nuestros avanzados compañeros no estaban allí, iniciamos la vuelta, desde Elorrieta a la Hoya de la Mora, ya por el mismo camino de la ida.

Refugio del Elorrieta

A las 6 de la tarde, estábamos en la hoya de la mora para tomarnos las merecidas cervezas, o lo que encarte, que nos las habíamos ganado con creces.

El pronóstico al plantear la ruta, era de 12 horas de duración, pero se hizo en 10 horas ¡Cosas de Andarina! Bueno algunos seguro que lo hicieron en 9, aunque ellos decían que no era tanto. Y si tenemos en cuenta que mucha gente la plantea en dos jornadas, haciendo noche en el Refugio del Caballo, el descanso y refrigerio, antes de iniciar la bajada en coche a Granada, fue de lo más gratificante.

Una bonita y espectacular experiencia más, que nos ha regalado nuestra querida sierra. Esperemos que queden muchas.

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